Una historia triste

javier Juarez 🍷

A veces, en el transcurso de nuestro día a día, nos encontramos con historias que nos marcan para siempre.

Una de esas historias la conocí hoy, mientras trabajaba recogiendo donaciones.

 

Llegué a una casa y generalmente recogemos entre 20 y 25 artículos, pero ahí había más de 37 entre bolsas y cajas pequeñas.

No pude meter mi camión hasta el fondo de su garaje por unos cables que impedían el paso.

 

Me dentro del  camión estaba preparando   y dejar un aviso al cliente de que no podía llevarme todo y que debería hacer otra cita. Cuando ya regresaba hacía la casa

, salió una señora mayor, quizá de unos 85 o 90 años, todavía fuerte.

 

Le dije: "Qué bueno que la veo. No me puedo llevar todo. Puedo llevar unos 25 o 28 artículos. Los demás, haga otra cita para después."

 

Ella me respondió con voz temblorosa

, llena de una tristeza que no se puede esconder: "No puedo hacer otra cita.

Tengo que dejar la casa hoy mismo. Mi marido murió hace cinco semanas...".

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas al decir esto, y sentí una presión en el pecho al escucharla.

 

"Y por los gastos de la casa y mi bajo presupuesto, me voy a vivir a un hogar para ancianos.

Mis hijos...

poco vienen a verme, así que para ellos será lo mismo si me quedo aquí o me voy."

 

Fue entonces cuando empezó a contarme su historia.

A pesar de que generalmente trato de no perder tiempo al recoger los artículos, esta vez no pude hacer otra cosa más que escucharla hasta que terminó.

 

Sus manos temblaban levemente,

pero su voz, aunque llena de tristeza, era firme.

 

"Estuve casada con ese hombre 70 años.

Nos conocimos cuando teníamos 15 años. Éramos apenas unos adolescentes, pero desde el primer día supe que era el amor de mi vida.

 

Pasamos juntos la secundaria y la preparatoria, siempre inseparables. Cuando cumplimos 20 años, nos casamos.

 

Cumplimos nuestra promesa de juventud. Él siempre me decía que seríamos eternamente jóvenes si estábamos juntos.

 

"Tuvimos tres hijos. El primero llegó cuando teníamos 30 años, y después, cada dos años, nacieron los otros dos.

 

Esos fueron los años más felices de mi vida, criando a nuestros hijos y viendo cómo él se esforzaba para darnos todo lo que necesitábamos.

Era un  buen hombre, trabajador, honrado, siempre recto, con sus errores como todos los seres humanos, pero siempre recto.

 

"Me pidió que si él moría antes,

donáramos todas sus cosas,

como usted ve ahí: sus relojes, ve esa gorra? La de mezclilla con el logotipo de los Yankees era su equipo favorito.

 

Ahí está todo lo que le pertenecía. Así que no puedo hacer otra cita, porque lo que se quede se va a ir a la basura."

 

“Pensé en 70 años de casados, 70 años entre risas, alegrías y disgustos, siempre juntos. Ahora que él no está, y sus hijos que poco la visitan...”

 

La señora continuó con su historia

y, .. Por momentos, sollozaba.

Hizo un silencio profundo que hasta

a mí me envolvió.

Ella continuó ..

"Desde que nos conocimos , con su voz quebrándose, dijo Éramos inseparables.

Éramos muy  jóvenes, con apenas nada, pero nos teníamos el uno al otro.

 

Cada aniversario, cada cumpleaños, cada Navidad, siempre juntos, siempre amándonos como el primer día.

 

Él me prometió que siempre estaría aquí para mí, y lo cumplió, hasta el último aliento," dijo, mientras se secaba las lágrimas.

 

Yo aproveché para decirle: "No se preocupe,"

le dije con la voz ahogada por la emoción.

Yo me llevo todo."

 

Era una señora humilde, no parecía tener mucho dinero, pero su historia me quebró el corazón. Empecé a cargar las cosas.

Como eran pequeñas, era fácil y difícil a la vez cargar todas al mismo tiempo, así que me tomé mi tiempo.

 

Cuando estaba a punto de terminar, la señora regresó conmigo con una cajita, dos aguas frescas, unas papitas y un paquete de galletas.

 

Sentí mis lágrimas salir detrás de mis ojos para que no las viera. Le agradecí primero su plática, su confianza, su donación, el agua, las papitas y las galletas.

 

"Gracias a usted,. Gracias por escucharme. Estos últimos días  han sido solitarios, y muy tristes , pero saber que alguien más conoce nuestra historia me da un poco de consuelo."

 

Me dio su bendición y me despedí.

 

Al final del día, mientras conducía el camión lleno de las pertenencias de su marido, no podía dejar de pensar en su historia.

 

A veces, en medio de nuestra rutina, encontramos recordatorios de lo que realmente importa: el amor, la compañía y la memoria de quienes ya no están.

 

Estas son historias de amor que no siempre se cuentan. La verdad, quise compartirla con ustedes. Espero que no lloren como lloré yo, o si lloran, que lloren por dentro.
Es más doloroso, pero se alivia  igual.

Javier Juárez Copyright ©

                 06/13/2024

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Comentarios +

Comentarios1

  • jvnavarro

    Una historia que ha sido un placer leerla, enganchaba al mismo tiempo que se sentía esa angustia vital que surge cuando ves o lees hasta donde llega la humanidad en sus desequilibrios sociales. Mucha ternura hay en el escrito. Un saludo



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