Tatué tu nombre,
al roble, aquella tarde,
del viejo bosque.
Y nos besamos,
también, bajo sus ramas,
con gran pasión.
Fuimos felices,
trazando muchos sueños
para el futuro.
Pasó la tarde,
vinieron muchos días
con otros ratos.
Y compartimos,
momentos con el roble
en su rincón.
Aquel tatuaje,
crecía con nosotros
y mil proyectos.
Besos, caricias,
repletos de ternura,
nos repartimos.
Y pasó el tiempo,
la vida fue un suspiro
y despertamos.
Hoy, hemos vuelto,
al roble envejecido
con el tatuaje.
Y allí seguía,
la marca inconfundible
de nuestro amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/06/24
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 16 de junio de 2024 a las 05:07
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Francisco Javier G. Aguado 😉, Texi
Comentarios2
El amor en su sentido más romántico en este poema toma cuerpo
Un saludo
jvnavarro, Orqui y Omaris, gracias por vuestras palabras.
Saludos.
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