Tu racionalismo...

Alberto Escobar

 

 

 

 

 

Te sentiste indefenso. 
La Armada era poderosa,
al menos eso decían las lenguas 
y las crónicas, y, además, para más inri,
el reclutamiento hacia la Pérfida Albión
tuvo lugar con solo dos años de antelación
a la hora D, esa a la que su magestad universal,
el segundo Felipe, hubo consagrado el comienzo
de su gran proyecto de monarquía mundial, y
en Lisboa,  por entonces española, tuvo lugar,
en su puerto para más concreción, la reunión
de todo el grueso de tropas y naves, en un ir y
venir constante de menestriles portando viandas
hacia las bodegas de los navíos, animales vivos
como ovejas, cabras y otros cuadrúpedos de buena
carne para nutrición de una soldadesca desnutrida. 
Temiste, me confesaste en tus escritos, ser separado
de tu familia por servir a una patria corrupta, imbuída
de un odio visceral hacia el que creyera en otro dios
o, incluso, a quien, creyendo en el mismo, creyera
de una manera disconforme al dogma, y tú, racionalista,
autor, al cabo de los años, de una obra que te haría eterno,
tan adelantado en tu intelecto a tu época, no estabas
dispuesto a consentir tales tropelías; con aportar caudal
a las arcas de la Invencible te dabas por satisfecho, y más
pensando que no tuviste otra opción si no querías verte
con los huesos en la cárcel, otra vez, cuando con motivo
de este menester, recaudar impuestos, proporcionarías
a tu humilde familia unas posibilidades que de otra manera
no habrían podido ser alcanzadas —eran malos los tiempos—. 
La Armada salió cuando fue previsto, estuviste presente, me
dijiste por wasap, y por un segundo, aunque fuera, sentiste
lo que nunca antes, incluso en Lepanto: una especie de orgullo
por no se sabe qué, y te miraste la mano izquierda, la tullida, 
y la acariciaste como queriendo con ello llevar a tu presente,
a ese instante, el recuerdo in fraganti de cómo recibiste el golpe,
el arcabuzazo fatal, suerte que eres diestro y no fue óbice
para dar a la letra todo lo que tenías que dar, que darnos...
Esto que estoy recordando no te lo voy a mandar para que lo leas,
o sí, según la sensibilidad me haga, y si quieres me envías fotos
de este momento, de cuando mirabas zarpar las naves, y, si las 
conservas, del momento en que, con la furia en las venas, peleabas
contra el turco y recibiste...
Si cuando me las envíes tengo el teléfono apagado, que no te 
importe; las veré al volver de dar mi paseo matutino, y si me haces
algún comentario quedaría más satisfecho, de ti y de la historia...

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  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de junio de 2024 a las 09:08
  • Comentario del autor sobre el poema: La del veinticindo de mayo de mil quinientos ochenta y ocho, en Lisboa, cuando, verosímilmente, pudo estar presente...
  • Categoría: Fecha especial
  • Lecturas: 18
  • Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna
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Comentarios +

Comentarios2

  • Carlos Eduardo

    Mi ignorancia en el uso acertado del WhatsApp, me ha hecho perder tanta historia real...

    Un abrazo gran Albertín

  • Alberto Escobar

    Este anacronismo me ha parecido fascinante, y me río de pensarlo jaja.



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