En el limbo del ocaso

Hector Augusto Cuestas Venegas

 

Es una tarde parca,

un día de rutina,

todo fluye con la misma regularidad

como a marcha forzada,

como si el sol alumbrara

el paisaje y nuestra sien

sólo porque tiene que hacerlo,

no por pasión.

Como si el mar tuviera

la obligación de mover sus olas

para que el viento,

también obligado,

nos refresque la piel.

El cielo gris parece

anunciar la lluvia

en el limbo del ocaso.

Mi corazón late lento,

tedioso, desconsolado.

¿Dónde quedaron los días de primavera,

esos días de cielo azul,

días de aventura e ilusión?

Tal vez un rescoldo halle

bajo mi cabellera plateada.

 

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