¿Y si tú no has de volver?

el brujo de letziaga

Tuve miedo de decirle que la amaba...
y pasaron los días y el poema se iba escribiendo
con los sentimientos encerrados como polvo
que sin escapatoria no son nada.
Y avanzaron nuestras edades con su marcha hacia el ocaso
y ahora mismo, qué lejos estoy de aquella mujer
que fue un ave de paso,
que se llevó mi cielo con su viento tras aquel verano.

 

Hoy, en el silencio de mi poema la puedo acariciar sin tocarla,
siempre pensando que un día volveré a verla,
soñando que nada es imposible para mi pluma de poeta
y así, poderla encontrar de nuevo en el abrazo de una mirada.

 

Y es que aún respiro su aroma a hembra en el estanque del parque,
que hacían un vínculo perfecto con su magia
y con la voz de la fuente,
y con las caricias de sus rosas que aun me incendian la mente.

 

Siempre volviendo a ella con el pensamiento vertido al viento,
llamando a la puerta de su sombra
para que aparezca el beso de su sol escondido,
y así la llamo y la llamo, y la nombro.

 

Hasta que se hace de noche,
y su recuerdo es un encaje de la vida
en mi maleta sin viaje,
que huele a su ayer como una llama que no se consume,
y mi mundo, se detiene nuevamente en mi estancia secreta
donde la escribo versos y versos llenos de soledades,
serán regalos de amores
por si ella a mi vera... un día vuelve.

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