Plática con aquel niño que Fuí.

Carmina ex ore lupi

He viajado a este rincón de tu presente,  
A compartirte palabras de emoción,  
Rebosantes de cariño, admiración latente,  
Por tus virtudes puras y tus días de afliccion.

Necesito un tiempo para comentarte,  
Y expresar nostalgia que en mi pecho siento,
Perdón por los sueños que no pude alcanzarte,  
Suspendidas pinceladas, inacabado lienzo.

Siempre admiré tu inocencia,  
Tu sensibilidad hermosa,  
Que se encendía al mirar una rosa,  
Con la pureza que a un niño embelesa.

Recuerdo aquellos juegos de tu infancia,  
Horas perdidas en mundos de fantasía,  
Donde tu imaginación, volaba con gracia,  
Proyectando universos, llenos de alegría.

Gozabas de la calma en solitud,  
Leyendo, dibujando, pensando,  
O simplemente mirando al cielo azul,  
Observando estrellas fugaces, soñando.

Soñabas con viajar a las estrellas,  
Algún día vestido de astronauta,  
Surcando el negro espacio o entre ellas,
Encontrando nuevos mundos entusiasta.

Anhelabas conocer nuevas culturas,  
Otros países, sus banderas, idiomas,  
Aprenderte sus historias y escrituras,  
Entender pueblos distintos, y sus formas.

Tus dibujos eran reflejo de tus sueños,  
Gozabas al trazar líneas con pasión,  
Creando paisajes propios o reinos, 
Dando vida a mundos de imaginación.

Recuerdo la alegría que irradiabas,  
Con una sonrisa amplia y sin sombras,  
Cada nuevo día te llenaba,  
Cada amanecer, sueños nuevos que asombran.

Vivías el momento, sin prisas ni afanes,  
Sin pensar en el pasado ni en el porvenir,  
Sin saber del dolor que al crecer vendría,  
Sin armas para enfrentar este mundo hostil.

Y al cumplir los dieciocho, aquel agosto calaba,  
Reflexionando así entonces, sobre aquel cambio reciente,  
Con dolorosa nostalgia, a la adultez enfrentabas,
Un año y poco después, del que tu madre fue ausente.

Aprendiste a querer aquella soledad,  
Sin más senderos, que la valentía,  
A enfrentar la vida con firmeza tenaz,  
Y a soportar el peso de la melancolía.

Forjaste nueva armadura con fervor,  
Maduraste al reflexionar profundo,  
Espada en mano, y coraje interior,  
Cabalgando atardeceres, en tu mundo.

Recuerdo también, los miedos te acechaban,  
Sin protección, sentías angustia en vastedad,  
Sin experiencia, aunque con inteligencia,  
Te enseñaste a enfrentar aquella adversidad.

Te ofrezco esta oda sencilla,  
Reconociendo tu fuerza y valor,  
Por animarte en los días de sombras,  
A pesar de duras jornadas y dolor.

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