Ustedes hacen bien en prestarle atención (2 Ped. 1:19).

En el vaivén de la historia, las palabras se alzan,

profecías de antaño en el presente danzan.

Los hombres buscan señales en el cielo y la tierra,

interpretando escrituras, la fe en sus corazones se aferra.

 

Jesús habló de tiempos, de finales anunciados,

de señales y prodigios, en los textos consagrados.

Pedro, con voz ferviente, nos insta a observar,

a mantener la fe firme, sin en el miedo titubear.

 

No buscamos fechas, ni momentos precisos,

sino vivir con propósito, con actos concisos.

El día de Jehová, no es cifra ni hora,

es un llamado a la acción, que en el alma mora.

 

Con devoción y amor, nuestras vidas ofrendamos,

en cada acto, en cada paso, a Jehová honramos.

Vigilantes de nosotros, en el camino que elegimos,

con esperanza y amor, hacia el futuro dirigimos.

 

Que cada día vivido, sea un reflejo de esa fe,

un testimonio viviente, que a Jehová se somete.

En el amor profundo, encontramos la guía,

para caminar con gracia, hasta el alba del nuevo día.