La divina molécula de colosal travesura

Ivette Urroz

La divina molécula de colosal travesura
no permitieron en sus aristas acariciantes
y felices que ningún vicio se ocultara
sin ser desafiada en su quinta resonancia
de su humanismo enhebrado.
Las negras marañas exhalaron sus alientos
filamentosos de centrípetas alas
sobre los huesos esparcidos de luna punteada;
sus pupilas se convirtieron en música sombría
que decía “por el hilo se saca el ovillo”,
taconeando en arpas huérfanas de miedo feroz.
Cien cuervos agrietaron el cielo en una hidratación
odorífica de tinieblas depiladas de dolor insincero,
surcando los estigmas celestiales de absurdidad
desvalida.
Y escarneciendo los vestigios de lo que fui,
ligué a mi esencia dentro del génesis de mi alma
incomprendida.! ¡Ah taimada en desmesura!
¿Ahora, el azogue pregona en el devenir de los tiempos?
comercializo sombras y luces carentes de melancolía
de orejas griposas que bailan el tango de la muerte
en la noche estrellada de versos, en el Rio Danubio,
bajo los soplos bucólicos del viento
y en el lecho lexicológico de la polifónica vida.
Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz)
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