Si hay alguna vida después de la muerte, debe ser ésta,
en la que como un soplido divago entre los párpados rugosos del silencio,
esperando a oírte entre resquebrajos de los cántaros de agua.
Háblame,
respóndele a esta voz sin rostro, de huesos molidos y carne amarga,
que suscita incansablemente por el socorro de tus brazos
y por el filamento incandescente de tus ojos dorados.
Búscame,
recógeme en aquel lugar donde nos despedimos sin un beso,
con un adiós, que significó hasta luego, hasta nunca, hasta siempre.
Búscame a la misma hora que me diste la espalda, en el atisbo la lejanía,
cuando el sol ahuyentando palomas huía de la noche,
petrificando mi larga sombra al suelo con cruces de mimbre.
Sálvame,
porque he muerto.
Si hay alguna vida después de la muerte, debe ser ésta,
en la que estoy viviendo sin ti.
En la que cada día que pasa siento que muero, muero, muero, muero.
Y por alguna razón que desconozco, no termino de volver a morir.
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Autor:
Nicolás Alejandro Gabriel (
Online)
- Publicado: 28 de junio de 2024 a las 20:12
- Categoría: Amor
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