Yo he engendrado tu esencia, hombre del porvenir,
en la más honda bajeza, en tu necesidad sin fin.
Te envolví en paños burlescos, sobre lechos de penumbra,
y la burla te adoró, niño de esplendor nocturno.
Concebido en el dolor, alegría en tu surgir,
el miedo tu heraldo fiel, duda y decepción fluir.
En nuestra ridiculez, cegados ante tu brillo,
enmudeció nuestro saber, al recibir tu destello.
Chispa del fuego eterno, nacido en noche oscura,
forzarás plegarias puras, en lenguas desconocidas.
Vendrás en la deshonra, en lo que odian y temen,
manifestado serás, en lo aborrecido y vil.
Tu voz, armonía infrecuente, resonará en lo perdido,
en el tartamudeo incierto, de lo desechado y vano.
Tu reino tocarán, manos de los que adoraron
la más profunda bajeza, cruzando el lodo amargo.
Brindas dones a los que, con horror y duda oran,
tu luz a quienes se arrodillan, en contra de su querer.
Tu vida con el que vence, y a sí mismo se ha negado,
la gracia para quien cree, traicionándose en su fe.
Por treinta denarios, vendidos, al banquete convocados,
los que manos han manchado, saber en error hallado.
Estrella errante en tránsito, en transformación estás,
niño del futuro incierto, dios verdadero, tu serás.
- Autor: PAC0 ( Offline)
- Publicado: 30 de junio de 2024 a las 23:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, Mauro Enrique Lopez Z., José Luis Galarza
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