Tu silencio, mi distancia,
tu corazón perdido en el bosque de mi indiferencia.
Tu voz tímida, mi orgullo imparable,
tu desconcierto buscando una salida;
para aclarar tus dudas,
para sumergir cada pregunta
en la respuesta que tu oído busca,
en cada señal donde nace una promesa,
para llenar tus latidos con prosas
y el mundo con suficientes rosas.
Tu mirada esquiva, mi arrogancia burlesca
mi corazón hechizado: su reflejo hecho piedra.
Los momentos contigo escondidos detrás de la niebla
que huyen desesperados a gritos, a recolectar
sombras entre las hierbas,
donde tu beso quema, donde tu beso deja huella.
Tus caricias fantasmas, mi insolente ausencia,
mis pecados más atroces vagando en las pupilas de Era;
lastimando tus intenciones
arrancando tus alas
desvaneciendo cada una de tus ilusiones.
Dejándote a la deriva,
como carnada de tiburones,
como isla abandonada,
entre la locura del naufragio
que contempla el comienzo de la alborada.
Tu silencio, mi distancia,
nuestros cuerpos necesitados,
nuestras almas abnegadas
y nuestro amor derrotado.
- Autor: David Pech (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de julio de 2024 a las 00:22
- Comentario del autor sobre el poema: El comienzo de la alborada
- Categoría: Triste
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez
Comentarios2
Buenas letras,
Tu silencio, mi distancia,
nuestros cuerpos necesitados,
nuestras almas abnegadas
y nuestro amor derrotado.
Un saludo
Gracias, saludos.
No hay que protestar por lo que uno se gana a pulso
Efectivamente, saludos
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