Hoy la vi, pero no era ella.
Algo estaba mal, algo se había roto.
Era como si una tormenta se formara dentro, haciendo sus destrozos y abriendo espacio a las gotas por sus ojos.
En el fondo, yo sabía quién era y por qué estaba así.
Yo sabía que era ella, y cómo no reconocerla si ya llevamos dieciocho años juntos, si ha estado para mí siempre.
¿Cómo confundirla, si sus ojos eran los míos, si sus rasgos me recordaban tanto a mí?
Ella era mi madre.
Y yo solo era un mal hijo, la causa de sus esfuerzos y también de sus desvelos, era sangre de su sangre y aquella vez también era sus lágrimas.
- Autor: Delacroix (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de julio de 2024 a las 01:32
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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