Ahogaron mí llanto entre el viento y el mar,
La mirada triste de una sirena al cantar.
El susurro de las olas, la palabra soledad,
La promesa del silencio a naufragar.
Alimentaron mí tristeza las negras aves,
Tan bellas y opacadas por palomas blancas.
Por gracia nuestra deberán ser despreciadas,
Pues al extender sus oscuras alas, traen consigo cosas malas.
Inspiran mí afán de contener a flor de piel
Lo camellos del desierto al caminar por el,
Al sobrevivir tantos días de calor y silencio
Con tan solo un poco de vitalidad en ellos.
Ver una constante me inspira seguir adelante.
La lucha del hambriento por un poco de alimento.
El diálogo del adicto con Satanás y con Cristo.
La sed al machismo hidratada por un nuevo feminismo.
Siempre observo más allá de lo cotidiano,
Tratando de encontrar un hueco, un espacio.
Una pequeña grieta por la cuál quepa mi humano,
Mi ser depresivo me mantiene siempre en llanto.
Un ser capaz de ser conmovido con poco,
Prácticamente con nada, misma nada,
En la que diariamente deposita una lágrima,
Ahogada; por la sonrisa ficticia que lo hechiza.
Luego, al caer la noche y en la soledad de un cuarto,
La confidencialidad de aquellas 4 de block y barro,
Acompañan sus noches con un frío helado,
Cautivadas por letras que dicta su alma a su mano.
Ahogaron mí llanto el sol y la luna,
Al abrazarse ella se pinta oscura.
Entiendo y reflexionó desde otro modo,
Que no importa el brillo y la pureza de ella...
Cuándo el amor es puro, todo lo teñirá oscuro.
Ahogó mis lágrimas llenas de sal,
Porque quiero aprender a cocinar.
Que en olla express hierva mi sangre,
Y se derritan mis sueños al tomar un baño con María...
Con espuma cubierto, sin miedo a ser descubierto;
De cualquier forma Jesús me odiaría,
Ya no sólo por hacer caso omiso a su palabra,
Si no por invocar a su madre y conquistarla...
En mí defensa lo aprendí de una paloma blanca. (Y tanto que las defienden)
Derramó llanto por mi poca fe en la vida,
En la gente, en lo que a mí concierne,
Ya no es rescatable de ningún modo.
Por eso lloro con mi sombra codo a codo.
Aunque en la noche se vaya y me quedé solo,
Sigo esperando encontrar un tesoro, cómo yo,
Perdido y olvidado, sin interés por ser encontrado,
Un tesoro marcado en el mapa, escrito con la palabra esperanza.
Y no sé sí exista o sea un cuento infantil,
Pero es la única forma medianamente útil,
De sacar de mi ser todo el llanto acumulado,
Y sonreír con naturalidad, sin que nada sea forzado.
Se que no lo parece, pero me he esforzado demasiado,
He querido ser diferente desde hace tanto,
Poder disfrutar la vida en cada segundo, cada rato,
Dejar de maquillar mi sonrisa hundiendo mis llantos.
No ahogarme más sabiendo que vivo...
SIEMPRE EN LLANTO
- Autor: Gerardo Luna Zepeda (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de julio de 2024 a las 04:18
- Comentario del autor sobre el poema: Esperando que esté poema sea de su agrado, nuevamente les traigo un estilo más trágico, triste, depresivo, he incluso un tanto melodramático por momentos (siento yo). Esté es el estilo en el que mejor me desenvuelvo y espero que eso se haga notar en éste poema. Así mismo agradezco infinitamente todas las lecturas del mismo. Me encantaría saber tú opinión en los comentarios. De antemano te agradezco y te deseo mil y un bendiciones. Gracias.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Gerardo Luna, Mauro Enrique Lopez Z.
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