En la sala otorga el niño sus palabras,
resurgen de los vapores del alma,
y tres imágenes recrea.
La una es el “yo niño” en la cama;
segunda es la caricia, su llama,
y su ausencia, la tercera.
¿Quién eres? Me atas,
déjame atrás.
No esperes nada;
olvídame, no llores más.
Niño, escapa
o te matará
aquel que en su palma
impide el soñar.
Corre mi alma,
no dejes de amar,
y vive en tu calma,
no mueras jamás.
Suelta ese cuchillo, pequeño niño,
suplirás las asfixias de tu martirio,
suelta a ese atacante.
Cuídate bien las venas, junto a las penas.
Ríe hasta que puedas, o hasta que quieras.
Cuídate, soñante.
- Autor: Tomás Osorio del Río ( Offline)
- Publicado: 14 de julio de 2024 a las 07:10
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios2
Hermoso mandato de poder. Me encantó tu mágico verbo. Saludos.
Reúne las notas y camina hacia el frente....
https://youtu.be/_V6HpGCmId0
Profusamente encantador tu trabajo...Gracias por dejar tan claro mensaje al SER que florece en el mandato de su esencia humana. Aprender a volar hasta lo infinito, te hará más seguro en lo terrenal.
Gracias.
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