Nos amábamos tanto, con pasión sincera,
tú eras mi luna, yo tu primavera.
Nuestros corazones latían al unísono,
pero el orgullo nos hizo prisioneros.
En noches de estrellas, nuestros ojos brillaban,
pero en el día, el silencio reinaba.
Cada palabra se volvía puñal,
y nuestro amor se tornaba mortal.
Tus labios, dulzura que yo añoraba,
mis manos, caricias que tú deseabas.
Pero el orgullo, como un muro cruel,
nos alejaba en su red de papel.
Nos mirábamos tristes, sin dar un paso,
esperando el momento de un dulce abrazo.
Pero el orgullo, con su voz sin razón,
nos dejó solos, sin pedir perdón.
Nos amábamos tanto, y, aun así,
el orgullo cegó nuestro porvenir.
Tontamente dejamos que nos separara,
y nuestro amor en sombras se quedará.
Hoy miro al pasado con melancolía,
recordando tus besos, tu risa, tu alegría.
Pero el orgullo, ese juez sin razón,
nos robó el futuro, nos rompió el corazón.
- Autor: El Corbán (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de julio de 2024 a las 11:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna
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