Nadie me llama nombrándome.

En la pila de libros, se observan historias. Vidas enteras plamasdas en hojas como si los autores fueran dioses y los personajes, esclavos de sus destinos, claro...lamentablemente escritos...

Hay historias con final feliz, ¿no hay desgracia al pensar que son escritos eternamente por un solo destino? No hay más allá del final de las hojas...

Cuidado, no cuenta la imaginación.

La muerte no congenia con la imaginación.

No somos distintos a los personajes de los libros, no soy distinta a los personajes de los libros.

Como un bebé desconsolado alzando su manito para recibir consuelo después de sentir tanto miedo y dolor.

Como el hermoso arbol milenario que es arrancado para fines comerciales y desechado a la basura una vez que no es necesario.

Como el amor que no olvidas nunca pero este deja de estár a tu alcance, "el nunca hubo un nosotros"

Que eres importante para los demás pero realmente ni siquiera te ven, solo a ellos mismos y su propio dolor.

Todos tenemos un nombre, "aquella identidad" pero a mí, nadie me llama nombrándome.

Yo realmente no he cambiado en absoluto.