Cuando eres tú misma

Ricardo D. Branj

Cuando eres tú misma

 

Eres hermosura,

cuando existes;

cuando te inventas el día

con manojos de flores,

con puñados de luces

en los ojos

y el tiempo da a tu tránsito

su travesía

y te sostiene en su urgente locomoción,

eres, como te decía, hermosura.

Cuando andas, cuando tocas el mundo

con tus pies;

cuando la tierra degusta tus pasos

y obra caminos para que recorras

con tu fragancia,

y se nutren al verte mis ojos

eres, como te decía, hermosura.

Pero cuando no eres,

y yaces tus silencios sobre las cosas,

cuando dejas caer tu velo hermético

y tu eje aminora,

se yergue ávida una distancia,

lo pálido se vivifica;

se entrama una brusca extinción

que te desmerece,

que te concluye

y eres como que no eres, y te extraño.

Pero cuando pareces no ser,

cuando tu mecanismo se ataja

y languidecen tus brotes

como un crepúsculo que se cierra,

yo sé que estás adentro tuyo,

en tu fortaleza,

y eres oculta, como acurrucada.

Yo quiero cuidarte

quiero guarecer tus lágrimas secas

quiero que residas tu risa en mis brazos

porque te quiero.

Y porque te quiero sé que eres siempre,

siempre como si fueras tú misma,

con tu mismo corazón, tu mismo cuerpo;

como si yo estuviera al tanto de tu piel

y te supiera.

Y eres, como te decía, hermosura.

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