En blanco y negro. (Relato corto)

Visiono el fotograma del recuerdo y todo lo veo en blanco y negro, como las películas de indios y vaqueros o los tableros de ajedrez donde veíamos derrumbarse tardes y tardes escuchando a Roberto Carlos entre candilejas y aquel gato que siempre estaba triste y azul, y que no es como el de ahora que es un gato frívolo.

Desempolvo los cajones de los armarios y me encuentro de bruces con el Jabato y el Capitán Trueno y un Fantasma a los que el tiempo no atravesó su cuerpo, íntegramente puros y siempre iguales que aman la libertad como las viejas esperanzas casi olvidadas que nunca entendimos.

Recuerdo con nostalgia las voces por los pasillos de los primos y de mis hermanos a través de las grietas de una infancia terrible que no tuvimos porque a los 15 años ya trabajábamos. Como tampoco tendremos vejez nuestra generación porque a los políticos se les ocurrió que la edad de jubilación sea cuando nuestros horizontes estén próximos al ocaso de nuestro otoño.

Hasta he perdido los escondites donde guardaba mis secretos en el instante mismo que el progreso rompió mi viejo barrio y el aire fue atosigado con las bocinas de los infernales vehículos de cuatro ruedas.

Mientras evoco lo anterior, tatareo viejas canciones de mi infancia al ver sobre el viejo armario de la cocina la vetusta Marconi que ya no funciona, pero que la guardo como una reliquia de oro en paño, al tiempo que me fumo un habano y muelo unos granos de café en un molinillo que conservo de aquel entonces, antes de prepararlo en un puchero con su molienda, agua y un poco de achicoria.