-Cuando Deja de Doler el Corazón-

ElidethAbreu



 
 
-Cuando Deja de Doler el Corazón-
 
 
 
Y de pronto un día deja
de doler el corazón,
mas se instala la aflicción
en la estructura añeja.
La rodilla se queja,
la espalda pide clemencia,
y con mucha frecuencia
las articulaciones crujen.
Los años nos empujen
a una nueva queja vieja.
 
 
Y en ese día que deja
de doler el corazón,
pero empieza la razón
a doler en lo que ceja.
La congoja  se refleja
en la osamenta, las acciones,
las múltiples fricciones
de nuestra vida andariega,
y la estructura nos pega
en todas esas porciones.
 
 
Nos da sueño sentadas,
mas en la cama insomnio,
el descanso, un pandemonio,
almas ya tan fatigadas.
Las noches son pesadas,
el día no da perdón,
y en la desesperación
del cuerpo que se desgasta,
la mente también se cansa
y se pierde la razón.
 
Pero seguimos marchando,
aunque el cuerpo no quiera,
y aunque la vida fuera
un pasado ya lejano.
El espíritu es humano,
no se rinde ni se queja,
y aunque la carne esté vieja,
la esperanza no se pierde,
pues cada día nos muerde
una queja nueva y vieja.
 
 
Sentadas, el sueño llama,
acostadas, huye el dormir.
El cuerpo quiere rendir,
pero la mente reclama.
Este vaivén nos inflama
de dudas y de temores.
Los antiguos ardores
se tornan lentos latidos,
y los sueños perdidos
se vuelven nuestros doctores.
  • Autor: Ellie (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 25 de julio de 2024 a las 11:14
  • Comentario del autor sobre el poema: Envejecer con dignidad es aceptar cada línea que el tiempo dibuja en nuestro rostro como una obra de arte en progreso. Es mirar al espejo y ver no solo los cambios físicos, sino también la profundidad del alma que esos cambios revelan. Cada cana es un hilo de plata que adorna nuestra historia, cada arruga un testimonio de risas, preocupaciones y sabiduría acumulada. La dignidad en la vejez no es negar el paso del tiempo, sino abrazarlo con gratitud por las lecciones aprendidas y las experiencias vividas. La felicidad en la vejez se encuentra en la simplicidad de los pequeños momentos: un café compartido con un amigo, la calidez del sol en una tarde de otoño, el sonido de las risas de los nietos. Es una alegría que no depende de la juventud o la vitalidad física, sino de la paz interior y la satisfacción de una vida bien vivida. Es saber que, aunque el cuerpo pueda ser más lento, el espíritu sigue siendo libre y capaz de disfrutar de la belleza de cada día. La felicidad en la vejez es un estado de gratitud constante, un reconocimiento de que cada momento es precioso. Envejecer con dignidad y felicidad es un arte que se perfecciona con el tiempo. Es aprender a soltar lo que no podemos controlar y a valorar lo que realmente importa. Es encontrar belleza en la imperfección, fuerza en la vulnerabilidad y alegría en la sencillez. Es vivir con la certeza de que, a pesar de las inevitables pérdidas, la vida sigue siendo una maravillosa aventura. La dignidad y la felicidad en la vejez son el resultado de una vida vivida con propósito, amor y autenticidad, y son, en última instancia, un legado inestimable para las generaciones que nos siguen.
  • Categoría: Reflexión
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