Como escuchan las listas

Otxamba Quérrimo

Sin nada que no sea ese solo de ti.

ROSA DÍAZ


Nefelibato designio

 

LAS LISTAS SABEN ESCUCHAR CON LAS COSTILLAS,
higiénicamente,
como una esponja que embute intestinos de caverna.

Por su lealtad al orden,
a la comprensión,
una lista cristaliza,
uno detrás de otro,
al escuchar,
retales de persona,
pues todas las listas son,
en realidad,
repositorios del interior,
inventarios de carencias,
y de preguntas,
y de recados,
y de premortuorios anhelos
(o cualquier otra retahíla de ocurrencias
que se deje verbalizar).

Escuchan las listas,
además,
con la bonhomía del espejo,
con ese esternón
de patrones y claridad
que autoriza las serendipias,
los comienzos.

Pero no la obstrucción.

Una lista no se atranca,
porque vive abierta,
en suspense,
predispuesta a la ampliación,
a la huella,
a una completitud irrealizable.

Una lista, cuando remacha con mojones de tinta su abdomen,
lo hace para cuajar memoria,
para desoír
—si acaso, un poco—
las letanías de la omisión.

Tal vez se desadormezca una idea, una palabra…
Qué envidiable la lista que testimonie su despertar
escuchando,
la lista que perdona, con un tachón,
o con la invisibilidad de la ausencia,
ese deseo cicatrizado,
ese pasado
cuyas letras se deshilvanan
para, desde otras, más que irrumpir, insinuar,
columpiadas de un nuevo guion, número o viñeta.

Así escuchan las listas
que, como escuchan, son,
que, como son, insinúan,
textualizando,
con coágulos de voz,
ya un terrón de identidad,
ya un endogámico pensamiento,
ya una curiosidad,
ya un proyecto,
por adventicios que sean.
Y yo,
que aspiro a asemejarme,
siquiera algo,
a ellas,
como las listas, así yo quiérote escuchar.

 

Todavía: paráfrasis de un pronombre (2024)

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