Tu dulce voz cual trino de aves resuena, al son de las olas tu cintura se mece. ¡Qué suerte la mía! ¡Qué dicha encontrarte en aquella hora que el destino me ofrece!
Desde mi ventana te vi por la playa pasar, y sin conocerte, un cariño sentí brotar. Tu sonrisa alumbraba más que el sol naciente, ¡Ah! Desde aquel día no dejas de cautivar mi mente.
¿Quién pudiera cuidarte? ¿Quién pudiera amarte? Y a tu lado permanecer, hasta que la muerte nos separe.
- Autor: Benito Lucero A. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de julio de 2024 a las 19:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 41
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Santiago AlboHerna, Mauro Enrique Lopez Z.
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