En un muy largo viaje y en soledad,
encontré la templanza y la esencia.
Descubrí en la penuria y la carencia,
mi ciencia, mi virtud y mi verdad.
Y por qué habría de estar hoy triste?
y por qué habría de estar quebrado?
Si la estación que en suerte me ha tocado
es la que hoy me pertenece y viste.
Ninguna religión y ningún credo
me han de atar hoy a la muerte o al cielo.
Y ya dejé atrás la culpa y el duelo.
Maté la duda, sepulté mi miedo.
Y de mi travesía hoy regreso.
La antigüedad, polvo me ha impregnado.
El aire de la historia he respirado.
A mi propia historia yo ahora ingreso.
De mí depende ahora mi destino,
mis huellas, mi saber y fortaleza.
La vida se revela hoy en su belleza.
Con mis huellas rubrico hoy el camino.
Hoy me perdono y dejo la tristeza.
Ya descubrí donde subir al monte,
donde el más puro saber se esconde.
Hoy encontré al fin la única riqueza.
Hoy comprendí que no habrá un viento,
de aire más puro y fuerte que el saber.
Y no será este saber el ver.
Será ser mi saber. Será mi aliento.
Y que por fin me pare allí la muerte.
Impaciente me espera todavía
Con mi vejez y mi sabiduría.
Y mucho ya viajé con mucha suerte.
Cuando la muerte me llame al oído
No lloraré por mi obra inacabada,
Ni apelaré a un dios que no se apiada.
Celebraré la vida que he vivido.
- Autor: mario (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de octubre de 2010 a las 22:12
- Categoría: Gótico
- Lecturas: 879
Comentarios2
Buenisima exposicion, no me parece un texto gotico, mas bien se siente un texto vivencial con una fuerza muy grande por transmitir, con conceptos claros y definidos en los que se puede coincidir o no -yo coincido bastante- y con un gran final.
Mi saludo y reconocimiento.
Estimada amiga:
Como tu dices no es un texto gotico (si es que puede decirse que hay un solo género o subcultura góticos), pero no sabia como clasificarlo.
Esta inspirado en vivencias personales, en el poema Carpe Diem de Horacio y basicamente en este aforismo de Federico Nietzsche:
"Y con esto, adelante por el camino de la sabiduría, a buen paso,
con plena confianza. Cualquiera que sea tu condición, sírvete a ti
mismo de fuente de experiencia. Arroja la amargura por la borda,
perdónate a ti mismo, pues en todo caso tienes una escala de cien
peldaños, por la cual puedes subir al conocimiento. El siglo en que
sufres de haber caído te estima feliz de esa felicidad, te advierte que
tornas aún parte en experiencias de que los hombres del porvenir
podrán prescindir. No te pese haber sido religioso; penétrate bien de la
forma en que has tenido un legítimo acceso al arte. ¿No te han de
servir estas experiencias para cruzar con mejor conocimiento de causa
las inmensas etapas de la humanidad anterior? ¿No es precisamente
sobre este terreno, que a veces tanto te desagrada, sobre el terreno del pensamiento turbado, donde han crecido los más bellos frutos de la
vieja civilización? Hay que haber amado la religión y el arte como se
ama a una madre y a una nodriza; de lo contrario, no se puede llegar a la sabiduría. Pero hay que dirigir las miradas más allá, hay que saber
evolucionar; si permanecemos en su dominio, no los comprenderemos.
Igualmente, es preciso estar familiarizado con los estudios históricos y
con el juego prudente de la balanza: "de un lado - del otro". Hay que
hacer un viaje retrospectivo siguiendo las huellas de la humanidad en
su larga marcha a través del desierto del pasado: así es como
aprenderás más seguramente en qué dirección no puede ya ni tiene ya
derecho a ir la humanidad futura. Y tratando con todas tus fuerzas de
descubrir cómo está hecho el nudo del porvenir, tu propia vida tomará
el valor de un instrumento y de un medio de conocimiento. De ti
depende que todos los rasgos de tu vida: tus ensayos, tus errores, tus
fallas, tus ilusiones, tus sufrimientos, tu amor y tu esperanza se ahílen
sin excepción en tu designio. Este designio es ser tú mismo una
cadena necesaria de anillos de cultura y de inferir de esta necesidad la
necesidad en la marcha de la civilización universal. Cuando tu mirada
haya adquirido bastante fuerza para ver el fondo en la fuente sombría
de tu ser y de tus conocimientos, quizá también, en ese espejo, las
constelaciones lejanas de las civilizaciones futuras te serán visibles. Es
que tú no sabes todavía que no hay más dulce miel que la del
conocimiento, y que las nubes de aflicción que sobre ti se ciernen te
han de servir de ubre en la que bebas la leche que ha de refrescar tu
boca. Deja que venga la edad; entonces verás cómo has escuchado la
voz de la naturaleza, de esa naturaleza que rige el universo por el
placer; la misma vida que termina en la vejez termina también en la
sabiduría, goce constante del espíritu en esta dulce luz de sol; ambas
cosas, la vejez y la sabiduría, llegan a ti por el mismo cauce; así lo
quiere la naturaleza. Entonces, deja, sin indignarte que las brumas de
la muerte se acerquen. Hacia la luz, tu último movimiento; un hurra
de conocimiento, tu último grito."
(ADELANTE ,de Humano, demasiado humano)
gracias por pasar y comentar.
Besos
Mario
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