SAUDADE

boy dumb

Añoranza del camino de tus enseñanzas,

presumo ser cuidado de tus inefables partituras en la danza del amor.

El corazón impuesto en mí,

aquel que con agonía susurra lleno de nostalgia ese dolor,

baila contigo cada noche bajo el dulce sueño que arrulló.

Inclaudicables los besos que el brillo de su luz nos brindó,

ansiosos por esperar un nuevo sol, uno que nunca llegó.

La monotonía de tu amor se volvió efímera,

dándole puertas abiertas a aquella sombra que una vez alumbró,

entrando en el cuarto de nuestros sentimientos donde yacía cada lágrima,

cada pujo, cada dolor, y donde yace ahora su amor.

Dándome a mí un lugar donde quejarme de mis desvelos,

rechazando mi cobija de amor y respeto,

apagando con mentiras el fuego que un día te dio calor.

Por el día, recupero la conciencia de ese sueño vil y me recuesto sobre la falda de la vida,

donde se sufre día a día en soledad.

Arrimado a una esquina,

mis llantos derramados en un ruiseñor que con sus palabras alentó este pobre corazón.

Afligido, decidí enterrar lo que alguna vez sentí,

esbozando las lágrimas y lleno de dolor,

comprendí la razón de aquella brisa de tristeza.

Me pierdo en los recuerdos de lo que fue y lo que nunca será,

anhelando los momentos que quedaron atrapados en el tiempo.

Cada rincón de mi alma lleva la huella de tu presencia,

y aunque trato de escapar,

tu sombra me persigue sin cesar.

La tristeza se convierte en mi compañera constante,

y la esperanza se desvanece con cada suspiro,

dejando solo el eco de un amor que se desvaneció.

Las estrellas en el cielo nocturno parecen burlarse de mi soledad,

brillando con una intensidad que contrasta con la oscuridad de mi corazón.

Sus destellos me recuerdan los momentos de felicidad que compartimos,

ahora convertidos en dolorosos espejismos.

Cada noche, el vacío en mi cama se hace más profundo,

y el silencio ensordecedor grita tu ausencia,

dejando en mí una herida que nunca sanará.

Esta noche espero dormir, no encontrarte en mis sueños, y dejar de pensar en ti,

pues lo que hoy añoro se ha ido, y lo que yo amaba se pudrirá,

dejando en mí solo una gota de odio hacia ti y nada de amor, ya qué este tú lo sentenciaste como el fin.

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