En aquellos días, en aquellos meses.
Los días febrero, en un año maldito del 2015, las tardes me parecían eternas, siempre estaba desesperado, en búsqueda de alimentarme de mucho conocimiento, lleno de energía y de luz, sentía que tenía todo por delante.
Cuento mi historia porque me nace desde lo profundo de mi ser, contaré una historia de amor, tal vez es una como cualquier otra, pero para mí llena de significado, esto no se puede quedar así en el vacío, después de un sueño que pareciera pertenecer a una novela de jóvenes enamorados. Esto me llamó a contar mi historia.
Te contare un poco de mi antes de iniciar:
Soy Isaac, un chico oscuro, profundo de sentimientos, arrogante, tímido, pero a la vez extrovertido. Desde siempre me gusto escribir poemas y expresar a través de las palabras mi mundo que percibo confuso y lleno de ironías. Nunca pretendí ser especial, desde que supe que mi autoestima es el mayor de mis enemigos, pero esto, precisamente, me ayuda a fingir que puedo hacer algo medianamente bien.
Esta historia es real, puede ser confusa, tal vez mis recuerdos me engañen, tal vez no todo es exactamente como lo cuente, pero trataré de hacer mi mayor esfuerzo en contar los detalles, hago esto para mis recuerdos, para analizar lo imposible y entender lo doloroso que a veces es vivir.
Advierto que, a diferencia de las típicas historias de amor, aquí encontrará una lucha comparativa de mi ser corpóreo con otro. La dualidad de la autoestima y el amor, la crueldad de la frialdad y la indiferencia. La inseguridad de no poder ser perfecto para alguien que consideraba perfecto.
CAPITULO I
EL FUE UN DESTELLO DESDE EL PRINCIPIO
Hablaré de una persona en el cual prometo no rebelar identidad real, lo llamaré Yael, lo conocerás como Yael y será por siempre Yael.
Yo 20 años, Yael 24.
No olvidaré ese día frio de febrero, en aquella tarde, como una sorpresa logre entablar una conversación con él, fue por medio de un chat de Facebook, fue una plática sencilla, simple y absurda de recomendaciones de bandas de metal, rock y electrónica. Éramos hijos del tiempo moderno, millennials, rodeados de tabús, redes sociales, pero también de un despertar de la libertad sexual.
Lo saludé para preguntarle si había escuchado x o y banda, después de intercambiar ciertas palabras, me agrado mucho su manera de entablar conmigo su conocimiento, pero lo que más me gustó fue como pícaramente empezó a coquetear, fue algo tonto, debo admitir, pues empezó diciendo cosas como “si sabes esto, te robaré un beso”, por mencionar algo.
Yo sabía que tenía gustos heterosexuales, pues dentro de mis círculos, me comentaron que tuvo una novia, a lo cual decidí no tomarle importancia, dado que mi intención no era correlacionarme de manera sentimental, era mera curiosidad de saber quién era él, no obstante, eso mismo me enredó en la duda, de saber si él podría llegar a sentir algo. No era precisamente mi tipo, pero el poder descubrir si se daba algo, por morbo tal vez, me hizo continuar el coqueteo, sin indagar más en sus gustos sexuales.
Puedo decir que en ese pequeño momento encendió en mi algo diferente, pues yo siendo gay, raro y amante del rock, del metal extremo, cómo yo podría esperar que existiera alguien más como yo, o al menos, parecido, imposible.
Al cabo de unos días, una tarde de un sábado, nos dimos la oportunidad de conocernos. Nos quedamos de ver en un lugar poco común, era una plaza, donde hay una estatua de un ángel. Él estaba sentado en un pasamanos grande, lo primero que vi fue a un chico cabizbajo, de mirada nostálgica, tez blanca, ojos negros, pelo corto de color negro, delgado, vestido de sudadera negra con su banda preferida, tenis para sentirse cómodo, simplemente estaba siendo el mismo. ¿Qué más podría pedir? Alguien que es autentico, nunca trato de impresionarme.
Se levanto, me estrecho la mano, fue gracioso que su contacto descargo en mi un “shock” de electricidad que sentí en mi mano, tal vez el frote de su brazo con su ropa hizo la descarga, pero son esos pequeños detalles que perpetúan los momentos.
Debo admitir que los nervios se apoderaron un poco de mí, pues me gusto superficialmente, su mirada desemboco sentimientos, sus ojos me enfriaron y sus labios dibujando una timida sonrisa, me dejaron en un silencio un poco incomodo. Jamás imaginé que ahí estaba el amor de mi vida esperando por mí en una tarde de febrero.
Nos saludamos y, al cabo de un momento decidimos caminar, simplemente caminar mientras las horas corrían, no teníamos un lugar a donde ir, dejamos que nuestra conversación decidiera el camino. Mientras se hacía de noche, platicamos de cosas divertidas, tristes, jugábamos a ser filósofos de la vida, tal vez miles de miradas nos regalamos, éramos dos personas empezando a conocer y experimentar el cariño y la adrenalina de la primera cita.
Recuerdo haber ido a un parque, nos sentamos por un momento, continuando una conversación, donde estoy seguro que se abrieron variados sentimientos, pudo haberme dicho de su trabajo, de su vida, tal vez de su platillo favorito, pero lo que a mi más me importaba era saber, qué fue lo motivó a salir conmigo... pudo haber sido curiosidad, para compartir cosas nuevas, es probable que lo haya hecho con un motivo muy simple, pero si de algo estoy seguro es de que cambié algo en él, algo que lo perseguirá para toda su vida. Detecté inmediatamente que no era alguien como los demás, o al menos no era como con los que había salido hasta ese momento. ¿Qué noto en mí? ¿Qué le daba curiosidad en mí?...
Poco a poco se notaba más su persuasión de "algo más", supe que estaba progresando en algo más romántico. No era una salida de "amigos", no era algo casual, sino un deseo que tal vez paso de lo simple a lo complejo, a través de las miradas y de los pequeños contactos.
Me atrevo a decir que éramos la envidia de muchas historias de “las primeras citas”, pues más perfecta no pudo ser, sentí como su curiosidad se convirtió en deseo. Nadie existía al rededor que nos detuviera, él como yo sabíamos que era el inicio de algo especial.
Yael no era de los chicos que hablara mucho (al menos no como yo), pero recuerdo que logre robarle sonrisas, con mi forma de hablar. No imagino lo que pudo haber pensado de mí. Conociéndome le pude haber contado de mis ideas retorcidas de Dios, de la ciencia, mis prejuicios de la música. Es probable que no me haya entendido de mi lenguaje rimbombante, pero eso fue lo que pudo haberlo enganchado.
Al meterse el sol, fue cuando terminó uno de los mejores días de mi vida, pues recorrimos pasto, calles deplorables y conocimos la vergüenza de ser dos hombres conociéndose en términos "desconocidos "o "curiosos" pasando lentamente a un tipo de "romance". Ambos no estábamos preparados, esto es algo que las personas gais saben que es difícil de manejar, pero es la magia de lo prohibido que lo hace tan divertido y único. Todo eso lo experimenté por primera vez con él.
La despedida de nuestra primera, podría decir "cita", fue cuando le regalé a Yael un collar con mi símbolo favorito, que actualmente tengo tatuado en mi brazo izquierdo. Él lo recibió con mucho agrado. Recuerdo que en un momento me miró fijamente y se acercó un poco hacía mí y yo sabía perfectamente cuál era su intención, pero no logro romper su miedo, su confusión, en breve se retiró hacía atrás y se despidió.
Concluyo que ese día generé algo en él, tanto como él lo hizo en mí. Hizo que en mi emergiera algo que yo llamo “momento” que describo como una luz interna que acelera el metabolismo, hace que el tiempo pase demasiado rápido, hace que las palabras tengan un significado intenso, congela los recuerdos para vivirlos eternamente.
Nos despedimos sin decir más.
Yael ese día me enredaste y fui víctima de tu perfección.
Encendiste en mí una llama que nunca se apagó.
- Autor: Isaac Imos (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de agosto de 2024 a las 23:20
- Comentario del autor sobre el poema: Inicia mi crónica personal. Mi historia, mi conocimiento y reflexión, mis memorias. Espero poder terminarla en lo que queda de este año. La historia puede estar sujeta a cambios, conforme voy recordando más cosas. Pueden preguntar cualquier duda, estoy abierto a sus comentarios.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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