Y ahora, tu.

 

Y ahora, tu,

que logras mirar,

más allá de nuestros anhelos,

con tus pupilas abisales e ingenuas,

que provocas con tus labios,

el génesis del universo,

y descubres con tus manos,

el éxtasis y la gloria.

 

Dime tu, ahora,

cómo apaciguar el fuego que crepita,

cuando tus labios se posan sobre los míos,

como desato el viento que me lía a tu pecho,

como devuelvo el verso al poema que se queda sin aliento,

cuando tu mano ingenua se posa sobre mi pecho,

como acudir al lenguaje cuando tu boca crédula

cierra la mía con un beso.

 

Dime tu, ahora,

como apresuró al crepúsculo,

para que la noche insondable me cubra sobre tu cuerpo,

abrazando nuestras geometrías,

con su danza incandescente de deseos,

esculpiendo en nuestros vientres,

los pétalos tersos de la entrega.