Entre flores y suspiros

Oscarin Balderas

En el prado verde y brillante,
donde el arroyo murmura suave,
dos pastores, en la tarde radiante,
dialogan bajo el cielo suave.

Félix, con su rebaño blanco y tierno,
canta canciones de amor sincero,
mientras Dafnis, en el rincón eterno,
suspira por su amor primero.

Félix:
Oh Dafnis, ¿has visto el amanecer,
cómo tiñe de oro los campos fríos?
Así es mi amor, puro y sin perecer,
como los rayos del sol en los ríos.

Dafnis:
Félix, amigo, tu canto es dulce,
pero mi corazón está en tormento,
por Cloris, que en mi alma se aduce,
como un suspiro en el viento.

Félix:
No llores, Dafnis, pues el amor es claro,
como el agua que corre sin prisa,
si Cloris es tu estrella en el faro,
con el tiempo, encontrarás la brisa.

Dafnis:
Oh Félix, tus palabras consuelan,
como la sombra de un árbol en verano,
pero mi pecho, en suspiros, revelan,
el dolor de un amor tan temprano.

Félix:
Mira las flores que adornan el prado,
y escucha los cantos de aves en vuelo,
el amor, Dafnis, no es siempre esperado,
pero llega, suave, como un consuelo.

Dafnis:
En tus palabras, Félix, hallo paz,
como en la noche estrellada y serena,
esperaré a Cloris, en este compás,
pues el amor verdadero no es condena.

Y así, entre flores y cantos divinos,
los pastores compartieron su pena,
encontrando en la naturaleza los signos,
de un amor que la vida encadena.

El sol se oculta, dando paso a la luna,
y las estrellas iluminan el cielo,
mientras Félix y Dafnis, en su fortuna,
descansan, sabiendo que el amor es consuelo.

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