Insólita fascinación

No es tampoco la belleza el gran incentivo del amor, sino la sed metafísica de lo esencialmente otro.
ANTONIO MACHADO

 
Entresijos de admiración

 

NO SÉ CON QUÉ TE ADMIRO MÁS,

si con mis ojos,

o con mis días.

Tampoco sé qué admiro más,

si tu carácter, 

o tus manías,

    esa facilidad con que descuelgas tus oídos, enmudeciendo la realidad,

ese coquetismo de calcetín, mitad izado, mitad plegado, entre el talón y el tobillo, entre la planta y la suela,

ese escalofrío que alborota tus pasos cuando, inquieta, respira, tras de sí, una proximidad de sombra tu espalda,

esa colección de nostalgia en agendas de polvo donde todavía las semanas confiesan qué hicieron,

esa tendencia del gel, del champú, a sentar la cabeza, a sintrabar el higiénico almizcle de sus botes, aunque la ducha, afónica, te vea marchar,

esa fruta matutina que inaugura tu despertar,

ese fregadero que como no sea desahuciado amargará hasta la raíz tus visitas a la cocina,

ese momento de oreja y auricular, tu momento, sobre el cual cabriolan tus ánimos, tus quehaceres laborales tal vez, o tus músculos, al son de los acordes que más te deportivan,

esa alergia a la cosquilla, a la fricción, que hostiga a tus pies y los intimida apenas se saben mirados,

esa cervizida postura con que desnucas, piernas en ristre, papada a flote, tu comodidad,

esa tolerancia tuya a la ambigüedad, al neutralismo,

ese dique de párpados, dormida la luz, que sólo agrietarás en cuanto yazca, en el mismo horizonte de sábanas, también yo, y no antes, nunca antes,

esa hojarasca de manchas ambulantes que pronostican la meteorología de tu piel,

ese cobijo de placer que te ofreces con mis manos cada vez que hundes tu rostro en ellas,

    esa caza de ternura justo antes de que se agazape, entre tu jornada y la mía, una distancia impaciente, perecedera…

Más que tu carácter o manías, resulta que te admiro. A ti.

Más que con mis días o mis ojos, con mi vida, según parece. 

Con mi vida.

 

 

Todavía: paráfrasis de un pronombre (2024)