La lente no me avisó de sus ganas
pensando como iba yo en aquella
desbandada de miradas desiertas.
Lejos quedaba mi playa y mis
calles empedradas de oxígeno,
de lo que no se puede comprar
ni tocar, pero van sutil como
una tarde durmiendo de a poco.
Mi paseo era una cárcel, todo jaulas
y enjaulados, me recordaban a las
trincheras: nadie sabe reír.
Uno sabe su suerte cuando viaja,
hermosa casualidad la suerte
de las olas y el empedrado.
¡joven, joven! ¿Sí? Si me dejas la foto
para exponerla te la regalo, ¿qué foto?
¡ esta! Mis pensamientos giraban
en torno a lo escarchado del lugar
y dije que sí como si fuera un no.
La mujer me ofreció la Luna,
sin saber esta, que en mi playa
y mi empedrado dormía
y despertaba ella.
Mi retrato sí, solo es un cuerpo,
mi intangible no.
En medio de tanta soledad
echaba de menos a mi chica,
ella también viajaba, vía sin saber ocaso.
No sabernos fue vivir muerto,
como las jaulas, como los enjaulados.
El cielo es azul por la luz, aquél,
desmadejado reino, aunque decían
que allí habitaba uno en palacio.
La luz que yo conocía era otra cosa,
Las amapolas lo saben... y también
la noche: espejar el mar
lo esperan los peces.
Esa foto y caminos no cruzados,
esa foto sin empedrado,
esa foto y... los libros
en Pompeya fueron quemados.
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Autor:
Lakota (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 9 de agosto de 2024 a las 12:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, ElidethAbreu, Pilar Luna, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, Sergio Alejandro Cortéz
Offline)
Comentarios1
Que triste realidad nos narra apreciado Andy.
Gracias.
Historia real que sufrió mi persona y esa es la foto en torno a lo que yo sentía en una gran ciudad.
Saludos.
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