Aromas de adolescencia

Pasá que te cuento - Miriam Venezia

Todas las tardes pasaba por su puerta camino a la florería, un negocio familiar donde trabajaba, en la esquina de su casa. Ella solía sentarse en el umbral, sólo esperando que su vecino la saludara al pasar.

Él no integraba la barra de chicos y chicas del barrio, ya que era un poco más grande.

Mas su linda sonrisa bastaba para que ella imaginara hermosas historias, creía estar enamorada.

Esto sucedía a diario hasta que, unos años después, ella tuvo que mudarse, dejando atrás el barrio.

De vez en cuando volvía y entraba en la florería con el pretexto de comprar algunos plantines, hacer una consulta o encargar algún ramo, con la esperanza de verlo.

Cuando esto sucedía él la saludaba con su habitual cortesía y ella sentía que su alma se sonrojaba.

Un día, llegando a la cuadra de su antigua casa, y poco antes de pasar por allí, lo vio en la puerta de otra vecina, que lo despedía con un apasionado beso; la adrenalina invadió su cuerpo aflojando sus piernas, y se sintió palidecer .

Tratando de conservar la calma siguió adelante, se cruzaron y, como siempre, él la saludó con su habitual sonrisa, sin sospechar que una lucecita de esperanza se apagaba en su interior.

Su mente necesitaba recuperar su estabilidad, mientras su corazón adolescente se resistía a entrar en razón.

¿Cómo podía no darse cuenta de lo que sentía por él, después de todo el tiempo que le había dedicado?

¿Para qué su saludo tan especial cada vez que la veía?          

Estaba segura de que se gustaban, que era mutuo.

Pero la realidad irrumpió abruptamente, destruyendo el incipiente romance en la hermosa historia que había imaginado.

Estuvo unos días callada y pensativa, tratando de procesar su desilusión.

Con la certeza de estar dado un paso adelante en su madurez, decidió no volver al barrio; lo haría cuando tuviera la certeza de que su mente y sus sentimientos pudieran caminar a la par, habiendo dejado de lado sus expectativas.  

Tenía toda una vida por delante...

Era el día de su cumpleaños, se sintió sonar el timbre de la casa y su hija mayor corrió entusiasmada a abrir la puerta.

Cuando volvió detectó un destello de picardía en su manera de mirarla, y le dijo que alguien la buscaba.

Al abrir se encontró con un enorme ramo de rosas y fresias, en manos de un mensajero que la saludó, deseándole felicidades.

Ella lo miró agradecida y, reconociéndolo, le dedicó una cálida sonrisa.

Él subió a su camioneta de reparto, que ostentaba un logo que decía “Florería España”, la puso en marcha y de pronto se volvió para mirarla con una mueca pensativa, y se fue.

Ella, le dispensó una alegre mirada, y en su pensamiento, le agradeció por hacerle conocer los albores del amor.

Cerró la puerta tras de sí y observó las presentes y amadas sonrisas de su esposo y sus hijos, quienes la abrazaron para continuar así los festejos de cumpleaños.

Miró hacia arriba, abrazando los fugaces recuerdos que fluían como una lluvia de presencias, con un gran reconocimiento a al UNIVERSO por recibir tanto; y sintió que se cerraba en su vida, un capítulo que creía haber olvidado, revivido hoy como un cálido aprendizaje de adolescencia.

 

Miriam Venezia

01/08/2024

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Comentarios +

Comentarios2

  • antuan conde

    Una amor que podría a ver sido y no fue otra le robo el corazón bonito poema de amor a la vez un poco triste

    Un saludo Miriam

    • Pasá que te cuento - Miriam Venezia

      Gracias Antuan por tus palabras. Más que con tristeza, lo veo como una idea adolescente del amor, que por un tiempo mantuvo ilusionada a la protagonista. Gracias por leerme. ¡Te mando un abrazo!! Miriam

    • Omaris Redman

      Que bonito y real relato, me gustó mucho, a veces la fantasía nos supera, pero luego toca poner los pies sobre la tierra y regresar a nuestra realidad. Saludos cordiales,

      • Pasá que te cuento - Miriam Venezia

        Gracias querida Omaris. Comparto tu concepto respecto a la fantasía y la realidad. ¡Te mando un abrazo!! Miriam.



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