Elecciones reincidentes

Otxamba Quérrimo

Si quieres nos tropezamos y lo llamamos destino.
ELVIRA SASTRE


Historia de la eternidad


RÍETE DE NUESTRAS TERCAS DIFERENCIAS.

Ríete de las críticas laberínticas adscritas a la interrogación. 
Ríete de las rachas de noches en lechos medio llenos,
de conjugar nuestras vidas en un futuro imperfecto,
del graznar de la conciencia,
del adiós.
Ríete de lo inverosímil que parece un indefinido gustarse. 
Ríete de cada problema que aspira a tener su propia voz. 
Ríete de creernos, en el apetito de sentimientos, libres.
Ríete del martirio de lo posible, 
y de lo probable,
y del amor. 
Ríete de las muchas luchas hechas contra las brechas del tacto.
Ríete de la memoria del corazón, 
y de a cuantas personas abdiques por quererme.
y de endeudarte con el tiempo para siempre,
y de los conflictos putrefactos, 
y de los dos.
Ríete, bien alto.
Ríete, como yo conmigo. 
Ríete, sí, ¡ríete!, 
pero no con fuerza, con fervor:
¡HOY HEMOS VUELTO A ELEGIRNOS!

 

Todavía: paráfrasis de un pronombre (2024)

  • Autor: Otxamba Quérrimo (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de agosto de 2024 a las 05:07
  • Comentario del autor sobre el poema: ¿Acaso sabías que el exquisito oxímoron «historia de la eternidad» da nombre a un libro de ensayos de Jorge Luis Borges? Como título, es una broma de buen gusto. También lo es nuestra relación: una elección reincidente, un ostinato de amar y humor. Rajathi Dabral bromeaba, como Borges, como nosotros, sobre ello: "Las repeticiones versuales embelesan, no por ser repetitivas, no por ser repetitivas, no por ser repetitivas…" Eternidad, reír, elegirnos… No suena mal. Es más, reverbera en estas palabras las de Ortega y Gasset, para quien, antes que otra cosa, somos un sistema de preferencias y desdenes, y por eso, en última instancia, el amor es ya elección. ¿Lo es? A mí me lo parece, como me parece una memez el amor irresistible, impuesto, coaccionado, inelecto. Nada que anule la voluntad llamaríalo yo amor. Amar es una decisión. Nuestra. Ésta. | Quiero decir que todo languidece, se vacualiza, se absurdece, desde el momento en que dos personas —porque les da la real gana— reinciden en su decisión de estar juntos, decisión tan voluntaria (y tan innecesaria) que escandaliza al mundo y, sobre todo, escandaliza a la fatalidad de vivir. El «¿Qué tendrá lo bueno? No lo sé, ¡pero lo quiero!» de repente se suma a «¡Y lo vuelvo a querer! ¡Y otra vez! ¡Y otra!», y eso, a su vez, culmina en un orgiástico «¡Y ella también!». ¿No es extraño? No es la nuestra la historia de nueve años de relación, sino la historia de nueve años relacionándonos: ¡todavía y en gerundio! Nueve años empeñados en (y embrujados por) esa elección reincidente: no puedo elegir sentir lo que siento por ti, no puedo elegir sentirme imantado hacia ti, no puedo elegir quererme devorar por tu vida, pero puedo elegir —¡sí, puedo elegirlo!— elegirte, ponerme a tu servicio, donarte mi tiempo para (si tú también lo quieres) compartir así esta magia intraducible. Por eso te insto a reírte, no con burla, ni con sorna, ni con fuerza, sino «con fervor», como si fuera la risa creyente y piadosa del «dos» que no somos, pero que elegimos ser. Es tan disparatado lo nuestro (y, al mismo tiempo, sorprendentemente común en la humanidad) que me hace gracia, una gracia peculiar, y tanta que me lo empiezo a tomar en serio. Es como una gran paradoja del amor: «Arriésgate a perder tu vida amando; ganarás otra». ¡Cómo no vamos a reírnos después de volvernos a elegir!
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 2
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.