El ladrido mudo de Einstein

Luis 091

No, el tiempo no es la pastilla mágica
contra el error original de la humanidad.
Como tampoco es la nanotecnología biogenética
aplicada o el zen-coaching en bici
y su puta madre el PIN de la felicidad esquiva.

Pues somos la tozuda y torpe razón
que justifica el imperio de la roca.
El infatigable isótropo que husmea
alquimias bajo la almohada
versus el frío antídoto darwiniano.

Y es que el hombre precisa de señales
ajenas y embaucadoras:
Como una cinematográfica aurora violeta
al anochecer, que trasgreda
todo el hielo del mundo;

el eco de una guitarra eléctrica
en modo himno rabioso, capaz
de dilatar la sangre y calentarla
a temperaturas incómodas para cualquier hábitat
hostil a la luz y la vida.

Pero tampoco hay que subestimar el doble filo
de estos estimulantes emocionales.
Porque ya sabemos que la mente humana
es adicta a alimentar, a patentar epístolas marcianas
donde solo hay una rave de luciérnagas,
y pequeños armagedones que utiliza la naturaleza
para renovar el frágil orgullo de la jungla,

para que las asustadas y/o ambiciosas bestias se sientan en la necesidad
de engendrar más asustadas y/o ambiciosas bestias
que perpetúen la teleserie.
La chula arquitectura social
con sus pirámides de prorrogada estupidez
y sus áticos skyline que irritan los genitales
de las nubes y los ángeles proletarios...

Así los alemanes y los japoneses
son tan perfectos, pero un día otros alemanes
y otros japoneses decapitaron de un tajo
el corazón del mundo.
Así los yankis clavaron su bandera en la luna,
pero necesitan todo el ruido y el plomo
del séptimo de caballería bajo el retrete.
Así los romanos modernizaron el planeta
pero crucificaron al genoma base de los sueños.
Así los comunistas en su derroche de roja utopía
calcinaron el horizonte verde del pueblo.
Y así Einstein fumó de la hierba de Dios
pero despertó el infierno en cuatro dimensiones,

y ni siquiera pudo descubrir
por qué a estas alturas el Gran Crupier aún admite apuestas
o por qué el mejor amigo del hombre
siempre será ese peludo y cuadrúpedo ser,

llamado, de manera ciertamente simple
y poco imaginativa, "perro"

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Comentarios +

Comentarios1

  • Tito Rod

    Cuesta ser optimista la verdad,
    estamos cundidos de semáforos
    en rojo y no hay manera,
    como si casi todos fuéramos
    daltónicos

    • Luis 091

      Creo que dejé de ser optimista en los años 80 ... y porque le daba mucho a la cerveza (- : Un abrazo, Tito.



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