CUENTO ABSURDO.

CUENTO ABSURDO

Hoy me siento raro, apagado y bloqueado,
quiero escribir y no me sale nada, estoy gafado.
Paro, pienso, y con ilusión, vuelvo a intentarlo,
y nada, es imposible, tendré que dejarlo.

¿Como es posible que nada se me ocurra?
¡Quizá alguien debería darme… una buena zurra!
Tal vez se alejaron de mí, las alegres musas,
o quizá se las llevaron las aguas, por las esclusas.

¡Je, je! Fingía, tranquilos, nadie debe preocuparse,
pensaba en voz alta, no hay porque alarmarse.
Era más bien una cierta y astuta socarronería,
yo las cosas me las tomo así, con cierta alegría.

Y es que se me da bien un marcado fingimiento,
ando mejor, así, siempre estoy en mi elemento.
Las palabras a veces resultan torpes y tacañas,
pero ya se sabe que la fe, mueve montañas.

Lo mejor es fingir… que ni se nota, ni me importa,
y arrimarse a las musas para hacerles la pelota.
Aunque también, con tenacidad y paciencia,
me irán afluyendo las palabras, con diligencia.

Una vez encontrado el rebuscado punto G,
todo será más sencillo y se premiará mi fe.
Ya no habrá dificultades para crear las odas,
y seré comparado con los más fecundos rapsodas.

Todo serán alegrías, abrazos y felicitaciones,
y me lloverán los aplausos, y efusivos alirones.
Con el dinero de los premios me compraré, de todo,
o lo iré gastando poco a poco, sin prisas, y a mi modo.

Pero tendré que ir con cautela, por… mis acreedores,
pues si se enteraran, me sacarían los colores.
Pero bueno, el dinero… para gastarlo en reuniones,
y lo demás, para alegrar y amenizar las ocasiones.
Y colorín colorado…
este cuento tan absurdo, se ha terminado.