Qué extraño es girar en encantamientos imperfectos

Ivette Urroz

¡Qué extraño es girar en encantamientos imperfectos!
En blasfemias de lágrimas y marañas de abedul,
que, aunque deambulen por la catedral triste de seductivas
muecas, no alcanzan a ver el mágico extravío de otros extravíos;
cada uno anda solo, cegado por mil luces que tiritan
hirsutas en el hielo.

Yo, esdrújula, intentaba destrabar el destino a veces,
navegando en alfabetos de trigo hacia la mar;
pero al caer, la rabia del olvido
los ha borrado uno a uno, en su sequedad.

¡Qué extraño es girar en encantamientos imperfectos!
Ninguna furia conoce la próxima estancia del lugar perfecto.
El verdor de vida que tus ojos solitarios revelan
se confunde con la soledad de lo nuevo hallado.
¿Pensamos diferente al trenzar caricias anonadadas?

¡Qué extraño es girar en encantamientos imperfectos!
El éter lustroso del cansancio virtuoso, en su ritmo exaltado,
fluye y fluye, movimiento deshuesado, que solo es
un ritmo pintado cuando el invierno llega a devorar
sus paisajes breves.

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