¿Quién la salvaría?

No es agradable ni placentero; es asqueroso y sucio. Le da miedo, es un monstruo despiadado que, incluso cuando no la toca, sigue esparciendo terror en su cuerpo.

La deja solo con los recuerdos de momentos donde no podía pedir ayuda, donde la angustia fue presa del pánico.

Su piel lucha contra la violencia, contra la profunda suciedad, como el agua turbia en las coladeras, una sombra de la realidad.

Nada alivia la mancha en su ser, la sensación de impureza, por dentro y por fuera, el dolor y la culpa son su riqueza.
 
Presa de la vergüenza, al borde del abismo, anhela desvanecerse, buscando algún rincón donde pueda esconderse.
 
"Por favor, llévame pronto", auspicia en su letanía, no busca morir, solo anhela el fin de la agonía desmedida que aturde el día.

Porque su cabeza no se calla ante semejante tormento, es por ello que escribe en silencio, la razón de su sufrimiento, un secreto anudado en el interior de su pecho.

Mientras muerde sus uñas, busca calma en el silencio de su lagrimal, el llanto se mezcla con las palabras en un trágico ritual.

El sufrimiento plasmado en tinta, en un acto por la supervivencia desmedida.