En la penumbra del alma, donde el silencio respira,
tus ojos, como dos luceros de invierno,
queman la noche con su oscuro deseo.
Allí, entre las sombras, te encuentro,
como un río que no cesa en su búsqueda,
rozando las orillas del infinito.
Tu voz, un eco distante en la bruma,
se despliega como una flor en el viento,
susurrando secretos que el mar guardó en su pecho,
y yo, naufrago de tus palabras,
me hundo en el abismo de tu piel,
donde la soledad se viste de estrellas.
En cada beso tuyo, siento la caricia
de un mundo olvidado,
donde las rosas no temen al invierno,
y el tiempo, ese ladrón de sueños,
se detiene en la sombra de tus labios,
para beber la miel de lo eterno.
Déjame habitar en la raíz de tu abrazo,
donde la tierra y el cielo se confunden,
donde el amor no tiene nombre ni forma,
y solo existe el latido
de dos almas perdidas,
buscando la eternidad en un instante.
En la curva de tu espalda,
dibujo los mapas del deseo,
siguiendo el rastro de tus suspiros,
que como hojas en otoño,
caen suavemente en el silencio
de una noche sin luna.
Tu piel, un lienzo donde pinto
los colores del crepúsculo,
esconde en sus pliegues
los misterios del universo,
y en cada poro, una galaxia
espera ser descubierta.
Si pudiera, amor mío,
detendría el tiempo en tus pupilas,
donde la eternidad se refleja
como un océano sin fin,
y navegaría en tu mirada
hasta perderme en el horizonte.
Cada palabra tuya es una estrella,
que ilumina el vasto cielo de mi ser,
y cada silencio, un abismo
donde me sumerjo sin miedo,
pues sé que en el fondo de tu silencio
late el corazón de todos los poemas.
Quiero ser el viento que acaricie
las montañas de tus pensamientos,
y el río que fluya por los valles
de tus más profundos anhelos.
Déjame ser la sombra
que te sigue en tus sueños,
y la luz que te guía
cuando el día se despida.
En el ocaso de nuestros días,
cuando las horas se desvanezcan
como arena entre los dedos,
quiero recordar el sabor de tus labios,
el calor de tu cuerpo junto al mío,
y saber que en cada verso,
vivimos la eternidad en un segundo.
Porque, amor mío, en la penumbra del alma,
donde las palabras se convierten en silencio,
y el silencio en eternidad,
te amo más allá del tiempo,
más allá del olvido,
más allá de todo lo que fue
y lo que será.
- Autor: Naschbel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2024 a las 02:44
- Categoría: Triste
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Sergio Alejandro Cortéz, Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Un poema lleno de pasión.
Muchas gracias
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