No huyas

Huir es regresar 
eternamente

—Guadalupe Grande

No huyas, no. 
El fantasma se hace grande,
la fragancia de la huida atrae,
convoca a todas las alimañas
del pueblo, y si huyes inventas
una estela tras de ti indeleble,
que te marca de por vida 
tu destino, tu desdicha.
Si huyes, el viento de cara
te va hiriendo el cutis 
hasta llenar de escarcha
todo el rostro, hasta hacerte
irreconocible incluso a ti mismo,
y el invierno, que es vigoroso
en este páramo, largo y costoso,
te cansará las piernas, te morirá
el hambre tan lento que no lo ves, 
y no mirar de frente abre rendijas
que no acaban cerrando bien.
No huyas, no, 
porque si huyes, detrás queda
una mar insondable, y tu luz,
ese punto en el espacio, se borra
lentamente como la aurora 
quiebra ante la fuerza descomunal
de un sol naciente y triunfante
que se alza sobre un horizonte frío,
recien escarchado de tanta noche. 
No huyas, no, estoy aquí.
Ten cuidado que detrás de esa mata,
en la que andas cogiendo tomate,
hay una serpiente deseando tu sangre, 
y sigue tu labor tranquila, estoy aquí.
No huyas, no, que si huyes, el vacío
que dejas es tan profundo que la mar,
incapaz, se retrae y se hace playa,
y tú, sin saber dónde ir, te quedas
sin orilla y sin barco que te rescate,
y yo, sin alguien con quien jugar
cuando la tarde cae, y un abrazo es
salvavidas al naufragio, y un beso
amanecer contigo, oliéndote cerca. 
No huyas, no, porque si te caes
al huir no podré enviar al cielo
un globosonda pidiendo ayuda, 
porque no sé si solo podré dar abasto
a lo que tú eres, a lo que representas
en mi insignificante mundo, no lo sé. 
No huyas, no, que estoy aquí, 
y no quiero llorar tu ausencia.