Si el tiempo fuera mujer

Oscarin Balderas

Si el tiempo fuera mujer  

sería la amante esquiva  

que se cuela entre los dedos  

cuando intentas retenerla,  

sería la risa furtiva  

que se esconde en los pliegues  

de una arruga nueva  

y el susurro inquieto  

de un reloj que nunca calla.

 

Si el tiempo fuera mujer  

vestiría de abril en primavera,  

de hojas secas en otoño  

y de nostalgias azules  

cuando el invierno la cubre  

con su manto de ausencias.  

Se pintaría los labios  

con besos de adiós  

y llevaría en la mirada  

el misterio de un quizás.

 

Si el tiempo fuera mujer  

Fuera opvio que tendría el encanto  

de las flores que se marchitan,  

la ternura de un suspiro  

y el dolor de un olvido.  

Sería la caricia que roza  

pero no se queda,  

el perfume que deja  

su rastro en el aire  

sin decir por qué se va.

 

Si el tiempo fuera mujer  

sabría de esperas y ausencias,  

de esos amores que llegan  

cuando ya es demasiado tarde,  

de los trenes que parten  

sin esperar al viajero  

que se quedó en el andén  

contando las promesas  

que nunca se cumplieron.  

Sabría de cartas sin respuesta,  

de palabras que se pierden  

entre el eco de lo que fuimos  

y lo que nunca seremos.

 

Si el tiempo fuera mujer  

caminaría descalza  

por los recuerdos perdidos,  

dejando sus huellas  

en los corazones heridos  

por la nostalgia.  

Sería la canción  

que nadie canta  

porque duele demasiado,  

sería el poema  

que nunca se escribe  

por miedo a desvelar la verdad.

 

Si el tiempo fuera mujer  

bailaría con la luna  

al compás de las horas,  

y su piel, como la arena,  

guardaría las huellas  

de todos los pasos dados,  

de todas las risas  

que en su regazo se acunaron.  

Tendría el tacto suave  

de una lágrima silenciosa  

y la voz ronca  

de los secretos que guarda  

en su pecho de cristal.

 

Si el tiempo fuera mujer  

te miraría de reojo  

cuando intentaras entenderla,  

te sonreiría con esa mezcla  

de ternura y desdén  

que solo las sabias conocen.  

Te dejaría amarla un instante,  

solo para después  

alejarse sin prisa,  

llevándose consigo  

los suspiros que le diste  

y los sueños que le confiabas.

 

Si el tiempo fuera mujer  

sería la musa celosa  

de poetas y soñadores,  

la que deja en los labios  

el sabor a memoria,  

la que se lleva los años  

en un bolso sin fondo  

y deja solo un rastro  

de suspiros y recuerdos.  

Sería la compañera fiel  

de las soledades largas,  

la que no pregunta  

y solo escucha,  

la que sabe que el dolor  

es también una forma de amar.

 

Si el tiempo fuera mujer  

la amaría sin reservas,  

porque sabría que en su abrazo  

se encuentra la vida,  

esa que huye y regresa,  

esa que se esconde  

en cada rincón del alma  

donde el amor se queda,  

aunque el tiempo se marche.  

La amaría aun sabiendo  

que su beso es efímero,  

que su amor es un préstamo  

que siempre se devuelve,  

pero la amaría,  

porque en su fugaz abrazo  

se encuentra la eternidad.

 

Si el tiempo fuera mujer  

sería la paradoja viva  

de lo eterno y lo finito,  

sería el misterio sin resolver,  

el enigma que nos consume.  

Nos enseñaría que la vida  

no es más que un juego  

donde se gana perdiendo  

y se pierde ganando,  

donde la risa y el llanto  

son solo dos caras  

de una misma moneda.

 

Si el tiempo fuera mujer  

me perdería en sus ojos,  

en sus manos invisibles  

que acarician y se van,  

en su risa que duele  

y su llanto que calma.  

Y aunque al final me dejara  

con el corazón en ruinas,  

le daría las gracias  

por cada 

Segundo vivido,  

por cada instante robado  

y por enseñarme que el amor,  

como el tiempo,  

es la única respuesta  

que vale la pena buscar.

 

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