En la quietud del templo antiguo, un niño de mirada serena,
Con las Escrituras desplegadas, revela verdades apenas vistas.
Sus palabras, como ríos de luz, fluyen claras y plenas,
Despertando en los sabios un asombro que sus almas agita.
A su temprana edad, el joven Jesús ya comprendía,
Que las letras sagradas eran más que tinta en pergamino.
Eran el aliento de lo divino, una guía que día a día,
Iluminaba el camino de la verdad, puro y cristalino.
Los maestros de la ley, en su erudición envueltos,
Quedaron mudos ante la sabiduría de aquel infante.
Sus mentes, por años en tradiciones y textos sueltos,
No alcanzaban a ver lo que Jesús veía delante.
Él les mostró que el conocimiento no es solo saber,
Sino amar y dejar que transforme el corazón y el ser.
No basta con leer las palabras y en ellas creer,
Es necesario vivirlas, en cada acto, cada quehacer.
Así como Jesús en el templo, nosotros buscamos entender,
Las escrituras que hablan de amor, justicia y fe.
No como letras muertas, sino como un poder,
Que cambia vidas, que nos hace crecer y estar de pie.
Los escribas y fariseos, en su orgullo atrapados,
Olvidaron que la esencia de la ley es el amor.
Jesús, con parábolas y hechos, nos ha mostrado,
Que el camino hacia lo divino es interior.
Por eso, al leer la palabra sagrada, hagámoslo con el alma abierta,
Dejemos que sus enseñanzas nos moldeen, nos conviertan.
Que no seamos como vasijas cerradas, sino como puertas,
Que se abren a la verdad, que invitan y alertan.
Que la palabra sea la luz en nuestro andar cotidiano,
El consuelo en la tristeza, la fuerza en el desgano.
Que como Jesús, podamos decir sin engaño,
Que amamos la palabra, que en ella confiamos.
Que cada versículo leído sea una semilla sembrada,
Que en el corazón florezca, que en el espíritu anida.
Que la palabra de Dios sea siempre celebrada,
Como fuente de vida, como eterna guía.
Que así como el joven en el templo nos enseñó,
Podamos nosotros también, en humildad, crecer.
Que su ejemplo nos inspire a buscar y a amar con ardor,
La sabiduría que en las sagradas letras podemos tener.
- Autor: Yeshuapoemario ( Offline)
- Publicado: 29 de agosto de 2024 a las 07:22
- Comentario del autor sobre el poema: ¿Qué lees en ella? (Luc. 10:26). Cuando Jesús comenzó a leer las Sagradas Escrituras por sí mismo, no solo llegó a saber lo que decían, sino que llegó a amarlas y a permitir que tuvieran un efecto en él. Un ejemplo de esto fue lo que pasó en el templo cuando apenas tenía 12 años. Los maestros, que conocían muy bien la Ley de Moisés, quedaron “asombrados al ver su entendimiento de los asuntos y las respuestas que daba” (Luc. 2:46, 47, 52). Nosotros también podemos llegar a conocer y amar la Palabra de Dios si la leemos con frecuencia. Aprendemos mucho de lo que Jesús les dijo a quienes conocían muy bien la Ley, como los escribas, los fariseos y los saduceos. Aunque esos líderes religiosos tenían la costumbre de leer las Escrituras, no lograban sacarles provecho. Jesús destacó tres cosas que ellos debieron haber hecho para lograr ese objetivo. Las palabras de Jesús nos ayudarán a 1) entender mejor lo que leemos, 2) descubrir más tesoros espirituales y 3) dejar que la Palabra de Dios influya en nosotros aún más. w23.02 8, 9 párrs. 2, 3 Examinemos 2024
- Categoría: Amor
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z., La Bruja Irreverente
Comentarios1
Lindas letras acerca del amor de Dios es impresionante yo te veo siempre y me gustan un abrazo poeta
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