El prudente ve el peligro y se esconde (Prov. 22:3).

Yeshuapoemario

 

 

En el jardín de la existencia, cuidemos la flora de nuestras acciones,

evitando las semillas de discordia que en sombras germinan.

No alimentemos con descuido las raíces de la transgresión,

que en silencio se enredan en el alma, asfixiando la razón.

 

Con el agua pura de la honestidad, riegue el hombre su espíritu,

y con el sol de la bondad, abrace cada día su ser íntegro.

Que no se embriague de vanidad ni de excesos se alimente,

pues en el banquete de la vida, la mesura es el mejor ingrediente.

 

Alejemos de nuestra mesa el manjar de la violencia,

y en el festín de los sentidos, rechacemos la obscenidad.

Que no sean las palabras dagas que hieran la conciencia,

ni el eco de la maledicencia el sonido de nuestra realidad.

 

Vigilemos el jardín de nuestros pensamientos,

desmalezando la envidia, la codicia y el desdén.

Que no crezcan en nosotros arbustos de resentimientos,

ni florezcan en nuestro corazón espinas de desprecio también.

 

Cultivemos la amistad con raíces profundas y sinceras,

y apartemos de nuestro lado la mala hierba de malas compañías.

Que la prudencia sea la jardinera que en nuestro ser impera,

y la sabiduría, la luz que guíe nuestras horas y días.

 

Que no nos seduzca el canto de sirenas de la complacencia,

ni nos arrastre la corriente de aquellos que normas no honran.

Mantengamos firme el timón de la propia conciencia,

y en el mar de la existencia, a buen puerto nos conduzca.

 

Así, en el jardín de la vida, seremos jardineros diligentes,

cuidando cada brote, cada flor, con amor y con fervor.

Y al final de nuestros días, entre aromas fragantes y presentes,

dejaremos un legado de belleza, de paz y de amor.



 

 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de agosto de 2024 a las 07:20
  • Comentario del autor sobre el poema: El prudente ve el peligro y se esconde (Prov. 22:3). Algunos de los peligros que debemos evitar son coquetear, beber o comer en exceso, usar palabras hirientes, así como ver entretenimiento violento o pornografía (Sal. 101:3). El Diablo siempre está buscando la manera de dañar nuestra amistad con Jehová (1 Ped. 5:8). Si no tenemos cuidado, puede plantar en nuestra mente y en nuestro corazón semillas de envidia, falta de honradez, codicia, odio, orgullo y rencor (Gál. 5:19-21). Si no las desarraigamos de inmediato, seguirán creciendo hasta convertirse en una planta venenosa y dañina (Sant. 1:14, 15). Pensemos en un peligro más sutil: las malas compañías. No olvidemos que las personas con las que nos juntamos influirán mucho en nosotros (1 Cor. 15:33). Si nos vigilamos a nosotros mismos, no pasaremos más tiempo del necesario con los que no respetan las normas de Jehová (Luc. 21:34; 2 Cor. 6:15). Veremos el peligro y lo evitaremos. w23.02 16 párr. 7; 17 párrs. 10, 11
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 16
  • Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, La Bruja Irreverente
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