HIJO

Luis Ernesto Hernández Aguirre

¿Adónde te me habrás ido?.

¿cómo fue que te alejaste

dejando mi casa vacía?.

Mi corazón envejecido

sin compasión quebrantaste

con tu súbita partida,

mis moradas has dejado,

en soledad abatido,

y de amor abandonado.

 

Tu rica herencia has pedido,

la que gratuita cobraste

con mi entrega por tu vida,

que en mi casa habías sentido

solamente mil pesares

que tu anhelo consumían,

del mundo eras olvidado,

sin sentido habías vivido

y sin ser suficiente amado.

 

Tu rica herencia has pedido,

la que gratuita cobraste

con el amor por tu vida,

que en casa habías sentido

solamente los pesares

que a tu ánima consumían,

que eras del mundo olvidado

y sin sentido has vivido

sin ser lo bastante amado.

 

Tomas tu legado de hijo

y aunado con ello arrancaste

mi dulce amor que te anima,

hacia el horizonte infinito

presto tus pasos llevaste

para perderme de vista,

y al extranjero has llegado

fuera de tu patria y tu nido

y el cariño de mis manos.

 

¡Corazón adolorido!,

¿Cómo pudiera expresarte

lo que duele tu lejanía?,

comprende que eres tú mi hijo

y yo te amo como padre,

tanto así que di mi vida

y sangre en tiempos pasados,

que renuevo y que repito

en mi amor diseminado.

 

Tomo mi bastón y abrigo

cada aurora al despertarme

y lento recorro esa vía

hacia el horizonte bravío

de las sendas inclementes

del pecado y la perfidia,

alcanzo el monte cansado

por ver si acaso te miro

con mis ojos marchitados.

 

Yo te pienso y me imagino

el sufrimiento constante

que padeces cada día,

me duelo triste contigo,

siento el suplicio y tu hambre

en esas tierras porfías,

veo el llanto derramado

por verte solo y perdido,

postrado y desconsolado.

 

Silente escuché el gritó

desesperado y distante

que a los cielos proferías,

cual aguja ensarta el hilo,

mis oídos suplicantes

tu plegaria escucharían,

¿qué no ves que yo he esperado

sin reclamos ni resquicios

el tomarte entre mis brazos?

 

Tomo mi bastón y abrigo,

más cansado y expectante

andando la antigua vía,

con corazón dolorido

pero mi alma llameante

por mirar a la lejanía;

y mi alma ha sobresaltado,

y mis ojos no han creído

lo que lejos he mirado.

 

Tu sombra perdida he visto

en un trémulo caminante

que inseguro se avecina,

¿acaso mi perdido hijo?

-duda mi mente constante-,

más el alma en fuego ardía

cuando te fuiste acercando,

y llorando y abatido

hacia mis pies te has lanzado.

 

“Padre adorado y bendito:

con mis pisadas errantes

he derrochado egoísta,

ya no merezco ser tu hijo,

ruego permitas quedarme

como sirviente en tu viña.

Un mendrugo dale a cambio

a este labrador maldito

que tu honor ha traicionado.”

 

Con la fuerza que he tenido,

de la tierra suplicante

hacia mi te elevaría,

este hijo que había perdido

por la muerte lacerante

ha regresado a la vida,

con amor he restaurado

tu honor y dignidad de hijo

pues con llanto te he lavado.

 

Reviste el fino tejido

con la túnica reinante

de tu herencia bendecida,

porta orgulloso el anillo

que te brinda el estandarte

de tu estirpe y tu valía,

maten al becerro cebado,

y festejemos a este hijo

que de muerte he rescatado.

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Comentarios +

Comentarios1

  • Pilar Luna

    Enhorabuena,, me gusta tu versión de el hijo pródigo. Saludos.

    • Luis Ernesto Hernández Aguirre

      Gracias Pilar, intenté mostrar la visión y el dolor del padre, y no la del hijo que siempre hemos conocido



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