CAIN Y ABEL AL BORDE DEL PRECIPICIO.

Paco Pena

Dos verdades subjetivas, mal paridas
desde la visceralidad de las pasiones,
alimentadas por frustraciones y credos,
se desgarran con vileza descarnada
sin importar, a estas alturas,
la deriva de la penúltima amenaza.
El necio e insolidario origen del conflicto
y la crónica de las sucesivas ofensas,
enardecidas por espurios intereses,
han insuflado odio a una cruel intransigencia
que se ha grabado, a fuego, en el alma
de estos irracionales contendientes.
La pulsión de vida vencida por la diabólica saña,
la humanidad vapuleada y ultrajada,
la piedad y la clemencia irreconocibles y agotadas,
han hecho que estos pueblos, con raíces hermanas,
renuncien a entenderse y vivan marcados
por una estéril sed de venganza.
¿Quién es el denostador y quién el denostado?,
¿quién nutre la disputa que los desangra?,
¿quién se beneficia de tanta savia derramada?
en este inextinguible y voceado fraticidio.

¡Otra vez, Cain y Abel  al borde del precipicio!.

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