Ojalá fueras frío o caliente (Apoc. 3:15).

Yeshuapoemario

 

En la senda de la fe, no hay lugar para el reposo,

ni en laureles de ayer, ni en el hoy silencioso.

Es un viaje sin fin, un constante proceso,

donde el fervor por Jehová es nuestro precioso tesoro.

 

No es la obra de manos lo que más cuenta,

sino el corazón entregado, la pasión que alimenta.

Es el amor en acción, una llama que no se apaga,

un servicio incansable que a la complacencia reniega.

 

En Laodicea, el mensaje fue claro y contundente,

la tibieza es un mal, un camino pendiente.

Jesús llamó a despertar, a la pasión encender,

para que el amor por Jehová nunca dejemos perecer.

 

La lección es eterna, un eco en el alma,

que el entusiasmo perdido se recupere con calma.

Las riquezas espirituales, un tesoro sin par,

son la guía en la noche, el faro en el mar.

 

No busquemos la vida de confort y pereza,

que distrae y aleja de la divina belleza.

Que las actividades de fe sean la estrella polar,

y en el servicio a Jehová, siempre podamos brillar.

 

Que el camino sea arduo, pero lleno de amor,

que cada paso nos acerque más al Creador.

Y en la vigilia constante, con esperanza y fe,

esperemos el fin, como quien ve el amanecer.

 

Porque en la adoración no hay espacio para el desdén,

es un fuego que arde, que nos hace más bien.

Es un llamado a vivir con el corazón en la mano,

y en cada acto de fe, sentirnos más humanos.

 

Así que avivemos el fuego, la pasión y el fervor,

y en cada momento, demos lo mejor.

Porque en el servicio a Jehová, no hay mayor bendición,

que sentir su amor, y en su obra, poner el corazón.

 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de septiembre de 2024 a las 06:01
  • Comentario del autor sobre el poema: Ojalá fueras frío o caliente (Apoc. 3:15). No podemos dormirnos en los laureles y pensar que ya no tenemos que seguir esforzándonos en nuestro servicio a Jehová. Tal vez ahora no podamos hacer lo mismo que antes, pero debemos estar “muy ocupados en la obra del Señor” y seguir despiertos y vigilantes hasta que llegue el fin (1 Cor. 15:58; Mat. 24:13; Mar. 13:33). Adoremos a Jehová con entusiasmo y de corazón. En el mensaje que Jesús les envió a los cristianos de Laodicea, destacó otro problema. Eran “tibios” o apáticos en su adoración a Jehová. De hecho, Jesús les dijo que se encontraban en un estado “desdichado, digno de lástima”. Así que tenían que avivar su entusiasmo por Jehová y su adoración (Apoc. 3:16, 17, 19). ¿Cuál es la lección para nosotros? Si ya no tenemos el entusiasmo de antes, debemos profundizar más el aprecio que sentimos por las riquezas espirituales (Apoc. 3:18). No permitamos que el deseo de llevar una vida cómoda nos distraiga. Queremos que las actividades espirituales sean siempre lo más importante en nuestra vida. w22.05 3, 4 párrs. 7, 8
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 16
  • Usuarios favoritos de este poema: Yeshuapoemario, Classman, Mauro Enrique Lopez Z.
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