Paisaje en muerte de Lorca

Javier Julián Enríquez

Sueños de un poeta son errante

cuantos al cielo dicta versos la luna negra:

con honda tristeza

marchitos unos, otros helados.

¡Ya sólo se escucha el débil ruido de los astros

y el respirar de las montañas!

¡Solo el cielo se queda!

¡Oh alma!, que por sendas impenetrables te esfumas,

¡oh tú, que, de dardos impedida

-cipreses helados, ríos de llanto y sangre-,

surcas los mares que, de olas armados,

gigantes de cristal las teme el cielo;

donde rayos grises, desde cauce oculto,

espinas te coronan, que-al flujo de azul lleno,

afiladas, gimiendo sueños agudos-

se clavan sobre tu sombrío cuerpo!

¡Oh alma!, que de espinas tu cuerpo acribillado

ascienda sobre las olas de la penumbra de ese cauce,

y, despejados los mantos de la niebla de otoño

sobre las floraciones en tu sueño,

coja de las estrellas los sonidos, cristales y el fuego

que, desde el cielo profundo,

a esos lobos de penumbra puñales claven,

e irradien con luz blanca

tu sombrío cuerpo.

Libere suave, absurdo tormento

alma, de tinieblas profundas:

que, a tu cuerpo muerto en el agua,

cubierto de claveles y de nostalgias,

su remanso dormido dará dulce reflejo,

cuando el vendaval ronco no su trompa al viento;

que, a tu figura de pálidos azufres cubierta,

de lágrimas de nieve empapada,

su hedor desprenderá dulce jazmín blanco,

cuando el cielo oscuro no su furia al rayo;

que, a tu forma antes de ruiseñores, clara,

de agujeros sin fondo, ahora,

su canto melodioso atraerá dulce diluvio,

cuando el oscuro minotauro no su figura al cuerpo;

que, a tu sábana en el lecho blanca,

de azucenas adornada,

su lienzo plegará dulce descanso,

cuando el sudario no su arruga al rostro;

que, a tu cuerpo atado con las riendas quebradas,

delante de la indigna piedra,

su fragoso tallado enseñará dulce llano,

cuando el tenebroso sendero no su salida al villano;

que, a tu llanto como un río sin orillas,

de apacible niebla,

su rocío condensará dulce cristalino,

cuando el aliento de fuego no su brisa roja al carbunclo;

que, a tu alma aun a pesar de las tinieblas, bella,

aun a pesar de las malezas blancas, clara,

su humo congelado inmortalizará dulce sueño,

cuando Vulcano no su ceniza desatada al cielo.

¡Apresura entre espinas crepúsculos pisando!

¡Vuela entre ondas plomos rojizos esquivando,

y reposa en las estrellas!

 

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios3

  • jvnavarro

    Precioso
    Un saludo

  • Javier Julián Enríquez

    Estos versos representan la lucha y supervivencia ante el asesinato de un poeta, Lorca, cometido por la barbarie, crueldad, y sinrazón.

  • Andiuz

    Muy bien contado. Gran sensualidad con abundante imágenes y sugerentes. Gran fuerza expresiva. Gracias por compartir.
    Saludos entre versos.



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.