Lorca: muerte de un poeta

Javier Julián Enríquez

Que al reo de niebla espesa

protejan estrellas blancas,

bien puede ser:

su cuerpo fundiéndose

con la aurora;

mas que apuntando

el verdugo está,

quiera que el crepúsculo vespertino

de rayos púrpura al reo cubra,

bien puede ser:

sus manos fundiéndose

con la turbia penumbra.

Que se llene el paisaje

con lluvia oscura,

de luceros fríos,

bien puede ser:

el horizonte fundiéndose

con la distancia muerta;

mas que no irradie

un torrente de luceros cálidos,

por un verdugo que la noche guarda,

bien puede ser:

el horizonte solamente fundiéndose

con las hojas.

Que la noche negra

no tiña de sangre las riberas,

pálidas de sus recuerdos,

bien puede ser:

su cuerpo fundiéndose

con golondrina cual vuela;

mas que el verdugo no sepa

donde el ancho crepúsculo empieza,

bien puede ser:

las floraciones de rocío fundiéndose

con su ansia.

Que no se asome la luna, arrugada,

con su absurdo cortejo de ilusiones remotas,

bien puede ser:

la noche turbia fundiéndose

con el rumor de las hojas quietas;

mas que no estén los cauces secos,

ni los árboles mustios,

bien puede ser:

la niebla del misterio estremecedora fundiéndose

con la montaña.

Que anochezca el día gris del sueño

y que amanezca risueño,

bien puede ser:

las armas de arsénico y humo fundiéndose

con la luz y escarcha;

mas que reine el sudor de nieve

que es de azucenas y no sangre,

bien puede ser:

su blanca alma fundiéndose

con el cristal que la cubra de plata.

Que ya no, decid a los ángeles que vengan,

que sus recuerdos se queman,

no puede ser:

la luna fundiéndose

ya con óxido y níquel de casi muerte y casi piedra;

mas que la estrella de luz marchitada

no diga que fue blanca,

no puede ser:

las estrellas invisibles fundiéndose

ya con un halo de sombra y de nostalgia.

Que olvide el negro secreto de la noche

cual hojas trémulas de ocaso el amanecer,

no puede ser:

la oscura tierra fundiéndose

ya con su sangre abierta;

mas que se levante la niebla del misterio

sin que se estremezca su hermoso cuerpo,

no puede ser:

la brisa helada fundiéndose

ya con el chorro de luz que ilumina su cuerpo de escarcha.

Que el faro apagado

oculte su rostro quebrado,

no puede ser:

su corazón en llamas fundiéndose

ya con las armas asesinas que apuntan a su cabeza;

mas que de sus ojos

no broten claveles sangrientos,

no puede ser:

los últimos pálpitos de tiniebla fundiéndose

ya con su corazón sin esperanza.

Que rosas y mirtos de luna

iluminen más que la luz difusa,

no puede ser:

su cuerpo derrumbado fundiéndose

ya con un charco de agonía;

mas que un rayo de aurora

como un arcángel renazca...

¡Ya no puede ser!

¡Ay que la muerte le espera!

¡Ay que ya duerme sin fin!

¡Adiós para siempre!

¡Que no puede ser!

¡Que no! ¡Que no!

 

 

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Comentarios +

Comentarios4

  • Llaneza

    Profundos letras.

    Un cordial saludo Javier .

    • Javier Julián Enríquez

      Llaneza, muchas gracias por tu respuesta. Estos versos representan el escenario del asesinato de un poeta, Lorca.
      Un abrazo

    • Dr. Salvador Santoyo Sánchez

      Todo puede ser cuando en conjunción todo fluye.
      Misteriosas fuerzas perpendiculares son las balas que perforan los espacios infinitos , dónde Lorca sólo fué pretexto para el estallido del mal en su carne .
      Todo puede ser.
      Y así todo fue.

      Saludos poeta Javier Julián Enriquez 👍

      • Javier Julián Enríquez

        Muchas gracias Salvador por tus preciosas palabras.
        Un cordial saludo y abrazo

      • María C.

        Triste final tuvo el gran poeta, por rencillas, odios y venganzas,
        buen homenaje le has dedicado.
        SALUDOS

      • Andiuz

        Gran poema, profundo , elaborado, rítmico... como se merece Federico. Gracias por compartirlo.
        Saludos entre versos.



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