SUR AUSTRAL (De cómo conviven árboles y pájaros) PARTE III

DE LOS RAPACES Y LA BRUJERÍA

(el Tiuque brujo del agua)

 

Tiuque cazador ad honorem y guardabosques,

más al sur te persiguen tus brujerías.

 

 Al norte, te veneran sobre los techos con el vaho matinal

de un sol indeciso

y tu condición de ungüento con delantal sepia,

jinete limpia lomos,

patotero de costas, matorrales, vegas, faldeos ralos.

 

 

A cuestas con tu botiquín

 y diccionarios de insectos y lombrices,

sombra irrenunciable de atardeceres,

acurrucado en cuestas dormidas,

asombras con tu canto

de llamada al toque de caja,

a empuñar semillas atónitas.

 

 

Traro altanero erguido con tus vocales redondas,

guerrero mayor,

 estratega de la velocidad,

complejo de halcón,

portador de un retrato

de la arpía belicosa.

Cernícalo usurero de los bolsones de aire

para suspenderte ingrávido y voraz,

remedo portador en garras

del descuido reptiliano.

 

Águila del prestigio religioso,

amiga del Peuco astuto y sigiloso,

eterno culpable de sospechas mateadas

a la orilla de brasas hipnóticas,

batallón manchado de pechos blancos

herederos de los peces galenos Garra Rufa.

 

El destino tendrá compasión de esta

constelación de atributos

que con sus cantos anuncian

el futuro sin ser escuchados.

 

 Destino cierto de todo oráculo del bosque,

ignorada mueca triste

del último ultraje a la esfinge de las brisas,

mientras continúa el pastoreo

y la selva ostenta

coronas adosadas a los tobillos,

arrastradas con cadencias de cisnes cuello negro,

levantando vuelo con alas nubladas,

hacia el abrazo indefinido

de la alianza humana,

inagotable talento para que

la gota nunca colme el vaso.