He visto aquella nube,
ya pasó una vez delante de mis ojos.
Aquella vez parecía el diablo,
mas el diablo era yo.
Ya que lo maté en mi sueño,
despierto en esta noche estrellada
llena de paz
y de amor.
El incienso flota,
así como el palo santo.
Lo soplo y doy vida
como el espejo del mundo
cuando no es espejo.
Veo esta grieta de infierno,
puedo ser el humo blanco
y subir hacia los cirios que acompañan.
Las flores presentes
añoran lluvia fresca
como mi corazón estos versos sin sentido
que desafían la razón del hombre.
Refrescan la tristeza seca,
poco a poco marcha
derrotada por un tierno otoño.
Ya se empapan de rocío
los pétalos en la mañana.
Y pasan con su nave
otros alumnos de otra escuela.
Lenta veo su estela
encima de mi cabeza.
Gran tejido es este universo
cuando subo a los albores del alma
y lo divino se mira
en su mismo espejo.
Es ahí cuando paz aparece,
cuando todo es abundante.
Y bailan dos aves
al son de la oscura noche,
reflejan luz de la iglesia.
Hacer esto por mí
es hacerlo por todos.
Hay anhelos de amor en este cielo.
De un mundo mejor quizá.
Pero proyectamos afuera
comidos por el miedo
olvidando lo que somos
y ellos nos ocultaron.
Dentro está,
mil caminos
y cada persona el suyo.
Quieren que la inspiración del maestro
sea un dogmatismo,
una única forma de llegar a ser.
Qué agonía
para el que no escuche a su adentro,
ese que guía a mirarse al estanque oscuro
donde la realidad se muestra
entre centelleos de luciérnagas.
Se abren las luces
que dieron origen al mundo
y todas nacen de mí.
Resultado de una evolución,
un nacer y morir perpetuos
para recordarse y ver adentro
al dios vivo de la creación.
Susúrrame algo al oído que no sepa,
dame la yesca para quemar la cárcel
para siempre...
Entonces cuando el universo
se refleje en su espejo
creerás en Dios.
Mas como piensas creer
si quien se asoma al espejo
es un falso personaje
y no crees en la neutralidad de Dios...
Detrás de mi calle sigue la sierra.
No veo esos pinos,
pero los oigo respirar.
Están contemplando estrellas
hacia donde apuntan con sus copas.
Y sobrevuela a mi tejado un mochuelo,
y veo el mirar de mi niñez
y el cobijo de una familia
que me engendró,
unos ladrillos que alojan un vacío
que habito...
Las canales donde discurre lo sagrado,
el tendedero amado por la brisa
donde a veces abejas y mariposas se balancean.
Y yo aquí...
borracho de misterio
cavilo el universo
como cuando era un niño
la pasión de vivir.
Y aunque me tomen por loco...
seguro que hay mil ojos
tras estas estrellas
llenando de poesía la existencia
desde la inherencia que teje todo
y esto escribe.
- Autor: alegazpa ( Offline)
- Publicado: 11 de septiembre de 2024 a las 07:35
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Paris Joel, La raiz que no se seca, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.