Al son del clicio y mandolines, el tren está a punto de partir, con destino a la felicidad...
Me despido del diván que me acogió con mucha amabilidad... del hidalgo que, cuan sonriente, siempre me acompañó y la crisolea que me sostuvo en mantas de castidad...
Me marcho para volver al valle que me vio nacer, las calles que vieron mi sufrir y el alba que vio mi amarga despedida...
Mis latidos se intensifican, en nervios de alegría.
Mis memorias se renuevan en cada mirar... y la riela se descarrila a la armonía infinita, cuan serena alma exclama de dolor al ver la fulgurante estrella que dejó atrás y hoy la vuelve a encontrar... y de cenizas surgirá...
Nada cambió, todo sigue igual... mi escuelita sigue en pie... al mármol de la niñez eterna, mi viejo colegio... en tus aulas conocí mi primer amor y en tus pasillos conocí amistades sin fin... tu honor se acrecienta a paso firme a través del tiempo y solo en recuerdos puedo volver a tocar mi pupitre de sueños, volver a ver a mi más tierna ilusión y sonreír en parladas de nunca acabar...
Mas respirar el aroma de azucena de alelíes matinales recién bañadas... es la belleza más indeleble que jamás conocí... que, cuan de niño, dejé atrás y hoy, en algarabía en miel... regreso a mi tierra... a mi valle perenne.
- Autor: Marco Montana (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de septiembre de 2024 a las 00:05
- Comentario del autor sobre el poema: ¡Cuánto extraño mi tierra, mi querido valle! Prometo algún día volver... Espero sea de su agrado, estimados poetas. ¡Saludos!
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Scarlett-Oru, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.