Letrópolis

Francesco Alaniz

En un mundo de conciencias arropadas y de desnudas empatías,

donde el poder se disfraza de sonrisas sutiles, 

cuando su esencia es la agresividad; 

y lo noble y lo manso es menso.

 

Inmerso en una especie, donde los cerebros perspicaces,

adictos a las sustancias, mantienen los imperios de quienes lujosamente

viven sus días en estrepitoso lujo,

desde narcopoderes,

hasta los mas insignificantes proveedores de los suburbios.

 

El cínico camuflaje,

vestido de ensoberbecido verde olivo,

juramenta escudar a la patria,

no lejos, ni lejano, sino mas allá

del servilismo icónico y normalizado,

acomfortado.

 

Una arma y una rosa, una escopeta y un libro,

una Ak 47 y una canción, 

un humilde mortero artesanal contra un ejército,

y un lápiz cargamentado de esperanzas, 

combatiendo literaria y literalmente

contra los regímenes eternos.

 

Un cetro que se entroniza para dar plomo,

una patria de hierro, enrejada,

¿para eso nacen los ciudadanos?,

es como cuestionarse cuando alguien muere injustamente,

La Nación también muere,

y agoniza vertiginosamente, 

en manos de sus desangradores, 

in misericorde se asfixia,

!Le cuesta respirar!.

 

!Hay de mí,

si tuviese la banda presidencial reposando entre mis hombros,

no sería reposo verdadero, si mi reposo

se sustentara en el de los demás,

y más aún, si reposando me burlase

de quienes no tienen tregua al reposo!.

 

Oxigeno con olor a pólvora,

calles y parques nombrados por la sangre 

de quienes son el abono para la libertad.

 

Una madre, una hazaña,

una historia entintada entre lo visceral y lo real,

¿Qué es transcurrir?

¿Qué exenta al alma de ser y para ser,

su origen, su entorno, su exilio?.

 

 

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