SUR AUSTRAL (De cómo conviven árboles y pájaros) PARTE IV: conversaciones en el cementerio de Punucapa

alegui

CUIDADORAS DE AGUA

Herculana se suelta el botón para inspirar su memoria.

Le llegan en el tren a leña que sulfura bocanadas de despuntes de manzano.

Sus zapatos brillan como las costumbres de hace años

contorneado por finas guirnaldas de barro.

Lo mismo hacen los guantes con el grosor de sus venas.

No esconde la nuez que baila en su garganta

y su quijada luce como santuario de una fiera

que suavemente lame el grifo a la memoria.

 Se recuerda estar vitalmente fallecida el año 20

a faltantes 40 del 22 de mayo

un día después de la canción de las cubiertas

en que un soñador le quito la ropa a las historias.

Fue la última añoranza que alumbro las brasas.

Confiesa presentarse con elegancia de almoneda

ilusionada con un piano de lágrimas

debajo de la lámpara pecosa.

 

Ahí fue reina en el naufragio entre poemas.

 

Herculana cuida a su hermana menor

que la mira como quien posee la virtud del lugar;

la pregunta y la paciencia.

 

    

 

 

Mientras más llueve, más hace falta el agua

y es que es tanto el apetito de la tierra

de Lengas, tepas canelos y manzanos

puentes con muelas de puertos

y familias originarias de los ríos

carabelas aturdidas y extraviadas

por un cataclismo y sus desvaríos

aun en el aire zumban los ecos

de un impalpable origen divino

apodos que arrancan hacia los cerros

buscando sus apellidos.

Aquí la lluvia se baña desnuda

como princesa de un reino perdido

atada con largas guirnaldas de juncos

gruesas venas de ríos

arrayanes de avanzada edad

así huele Punucapa

con su fragancia del bordeado de los caminos

por donde transita la lobera buscando sus cien destinos.

La noche me hablo contenta

con un mensaje divertido

me dice que vienen las lluvias

por un norte cargado de pinos

la tierra huele a cardos y a la piel de los lirios

hay que cerrar las ventanas

y esperar el delirio.

Yo si fuese cocina

haría masa sin grumos

con los propios pergaminos.

 

Nunca te supe frágil

recuerdos de una sola calle

y mil historias maceradas

sobre tu suelo de lino.

 

 

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