Cada pestaña cerrada es una puerta abierta
Hacia la oscuridad que precede a los ojos
Y no querrás mantener tus pupilas en mi órbita.
Quien pestañea, pierde.
Sobre esta silla
Tras estos vidrios
Me asaltas
Tras la mentira transparente de este cautiverio
La broma asesina
La falacia de verte dentro cuando afuera me ves
Siendo un maldito vértice
Un ángulo que sostiene lo abrupto de esa cerrazón
La de tus pestañas, cerrándome
Siendo clausurado por el arbitrio de tus ojos
El insolente vaivén de las cosas ambiguas
Como tú, maldita penumbra
Que oscila, al vapor
De dos miradas sin objeto y sin rostro
Al calor del café, un sorbo de tiempo en tu insomne espacio
Ese que ahora me instala en medio de párpados como cerradura
Siendo guardián de no se qué en no sé dónde
Únicamente posible tras la indeterminación
De ojos que cierran puertas y abren pesadillas.
Quien pestañea, pierde.
Cada pestaña cerrada, una puerta abierta
Hacia la oscuridad que precede a tus ojos
Tú, penitencia gaseosa,
Solo existente tras un velo
Puedes mirar pero no tocar
Ayer y más que anoche
Tu presencia asemeja una suerte de pantalla
La pantalla una suerte de abismo
Y no querrás mantener tus pupilas en mi órbita.
Solo déjame saborearlas, tras cada pestañeo
Así, tan adentro como para volverme tu entelequia
Afuera de tu cuerpo y dentro de mis ojos
Para siempre nocturnos
(como la luna que espía al Sol
Tras la puerta entreabierta de esta noche)
Como tu tierna oscuridad que precede a mis visiones,
Solo podré mirar pero no tocar,
Solo podré tocar pero no mirar.
- Autor: Salvador Galindo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de septiembre de 2024 a las 15:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Llaneza, Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z.
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